martes, 16 de septiembre de 2014

Corta una cabeza

Bueno, pues por fin estoy en condiciones de enseñar la seguda parte de Parches de memoria. Si la primera entrega era más bien una presentación, algo escueta, de los personajes principales, en esta las cosas empiezan a acelerarse. Es bastante más larga que la anterior, pero espero que sea lo suficientemente interesante como para que podáis llegar hasta el final. Cualquier tipo de crítica es bienvenida, así que si llegáis al final, dejad un comentario de lo que sea, incluso de cómo está el tiempo XD si total, es gratis

Sin más preámbulos...

Salió de la cafetería 24h sosteniendo dos humeantes frappgelicos, cruzó la calle en dirección a la consulta de estética odontológica, pasó por delante del cartel “¡Afila tus colmillos para disfrutar de una satisfacción 100% real durante tus sesiones de vampirismo!” y enfiló la callejuela hacia el aparcamiento de la parte de atrás. Su coche estaba ahí, pegado a un murete bajo que no impedía la vista de un bloque de edificios particularmente extravagante.

Su socio se encontraba mirando esa extraña amalgama de cristal y metal envejecido artificialmente en ángulos inverosímiles

-He traído café

-Gracias, Polo – Link dejó los binoculares militares sobre el capó del taxi y cogió uno de los bricks humeantes que le ofrecía el conductor mientras daba un pequeño sorbo al otro

-¿Algún movimiento?




Link bebió la mitad del frappgelico de un solo trago antes de contestar

-Sigue durmiendo, da demasiadas vueltas

-Apuesto a que las has contado

-35

-Pues sí que son muchas, sí…- en la voz de Polo podía notarse un deje de ironía- deberías entrar por su ventana con un equipo de intervención y atarla a la cama para salvarla de posibles contracturas

- No es momento para sarcasmos

-Tienes razón, es momento para dormir, tal y como hace ella, como la puta gente normal

-Mira… - Link estrujó el brick vacío y lo tiró al suelo para volver a ponerse los binoculares en los ojos – nadie te mandó quedarte de niñera

-Tengo que velar por mis hijos. Ni te imaginas la cifra a la que ha llegado el taxímetro

-Pero hazme precio, mamón

-Eso es solo cuando estás de misión- Polo abrió la puerta de atrás de su taxi rojo y negro para tumbarse en el asiento- Despiértame si ocurre algo… bueno, salvo que te quedes sonado del todo. En ese caso lo mejor sería que te pegaras un tiro en los huevos

-Como quieras

-Y dime –la voz del chófer sonaba perezosa desde dentro del vehículo - ¿piensas hacer esto todas las noches?

-Le he dejado un mensaje, no me atrevo a hablar con ella – Link hablaba mientras veía la silueta infrarroja de Amanda Duncan a través de los gruesos cristales de su apartamento

-Joder… - fue lo último que logró articular Polo antes de caer dormido. El agente no lo escuchó, su cerebro peleaba por reparar el cráter que la irrupción de la activista había abierto en él.

 Llevaba  toda la noche observando cómo daba vueltas. Primero un giro nervioso del cuello, un resoplido para apartar el pelo que había quedado sobre la cara. Luego un brazo cruzaba su pecho y caía hacia el costado. Un brazo raquítico, interminable, que llevaba algún tipo de brazalete totalmente irreconocible a través de una señal de calor. Después las piernas se movían debajo de las sábanas, totalmente sincronizadas entre sí durante el parsimonioso giro. Permanecía en esa posición durante unos segundos, quizá esperando a estar segura de que su marido la veía. Entonces, lentamente, giraba el torso. Las caderas, luego el pecho tras el fino camisón de seda. Quedaba el otro brazo, enredado en un lecho de cabellos. A Link no le extrañaba que fuese el último en cambiar de posición. Para él la melena de la activista política siempre fue un lugar en el que refugiarse, no importaba de qué. Nada podía alcanzarlo sumergido en ese mar tibio, agarrado a ese cuerpo de comadreja que destilaba vida, que exudaba alegría.

Sin embargo, aquella forma sinuosa estaba siendo observada por otros ojos.  Desde el balcón de una casa señorial dentro del mismo exclusivo barrio donde vivía Amanda, un vigía silencioso monitorizaba el interior de su habitación. Saito Rhinnosuke miraba tranquilo a través del objetivo de su fusil de precisión. No había sido difícil conseguirlo a través de la red de contactos de su empleador, que disfrutaba de una posición envidiable dentro de aquella nave. El maestro Tögan los había llevado a Bakunin bajo su propio auspicio, lo que había causado el rechazo de Hine. A Rhinnosuke no le pareció mal salir de Bourak, las constantes tormentas del sistema dificultaban el mantenimiento de sus carísimos sistemas de ocultación y el ambiente presurizado de Bakunin les pondría las cosas más fáciles. El pequeño grupo de asesinos recibió un contrato para matar a una activista política no especialmente molesta, pero particularmente notoria en aquellos días. Según el dossier recabado sobre su objetivo, esta había sobrevivido milagrosamente a dos tentativas de asesinato anteriores. Un atentado con bomba lapa y un tiroteo chapucero a la salida de un mitin no eran un buen comienzo. Sin embargo, no parecía que su seguridad se hubiese incrementado, típico en los activistas nómadas, demasiado idealistas como para preocuparse por su propia vida. El plan de ataque estaba prácticamente acabado, pero aquella misma tarde surgió un contratiempo. Había intentado reunirse con esa antigua pareja suya, un agente de la Mano, según les contó su informador y enlace con los bajos fondos. El maestro le había quitado hierro al asunto después de oír el informe de Hine y salió él mismo para interceptarlo. El ataque debía ejecutarse cuanto antes para salir corriendo con el lucrativo salario y aquella ocasión parecía la apropiada. Tögan había retrasado el ataque durante toda la noche mientras acechaba a ese agente de la Mano. Rhinnosuke dejó el rifle apoyado en su trípode durante un momento para echarle un vistazo a la señal que el visor de su maestro le mandaba a tiempo real. Estaba muy cerca de un taxi rojo y negro, miraba fijamente la nuca de su objetivo, que se las arreglaba para fumar mientras manejaba unos pequeños binoculares.

-¿Maestro? Seguimos a la espera

-¿Está Hine dentro? – la voz de Tögan Senpai reflejaba cierta tensión, según podía deducir Rhinnosuke debía de llevar 3 horas colgado de esa cornisa

-¡En posición, maestro! – La voz de Hine sonaba fiera, cómo le gustaban aquel tipo de operaciones

-Primero atacaré yo, vosotros esperad a mi orden

-¡Entendido, maestro!

-Entendido, maestro – Rhinnosuke volvió a encaramarse sobre su rifle y amartilló el cargador del arma. El objetivo seguía dando vueltas en la cama. Aquella mujer no paraba quieta ni siquiera mientras dormía

Lo primero que sintió Link fue un agudo dolor que le recorría el húmero de su brazo izquierdo. Joder, era el brazo del cigarro. Cayó al suelo usando el capó del taxi como cobertura mientras se agarraba la herida y los binoculares salían volando. Alcanzó a gritar el nombre de su compañero, que se levantó en el asiento de atrás rápido como un rayo agarrando el rifle que guardaba debajo de este.

-¡Polo joder, algo me ha disparado por la espalda!

-¡Yo me encargo tío!- Polo siempre se las arreglaba para mantener la cabeza fría sin importar dónde 
se hallase, quizá por eso lo llamaban así. -¿Está el taxi bien?

-Yo que sé, macho, apunta hacia esa farola, seguro que el cabrón está usando algún tipo de disruptor óptico- gritó el agente de la mano mientras activaba aquellos ojos verdes y los calibraba para compensar el dispositivo de su enemigo

-No te preocupes, yo me hago cargo- el conductor descargó gran parte del cargador de su anticuado rifle sobre una de las esquinas de la clínica mientras salía de la parte de atrás por el mismo lado en el que se encontraba su compañero- ¿Cómo vas?

-Parece que ya deja de doler
Otra ráfaga de disparos asaltó su posición, provocando grandes agujeros en el maletero del taxi y obligándolos a retirarse hacia el capó. Polo cubría a Link mientras terminaba de ajustar el espectro visual de los sintéticos que tenía por ojos

-Creo que lo veo, está justo detrás de… ¡Oh, mierda!

Un borrón difuso había caído agazapado al lado de Polo y la cabeza de este rodó por el suelo casi al instante

-No me jodas… - Link sacó de la cartuchera su pistola automática y descargó una ráfaga donde entreveía la pierna de ese cabronazo. La mayoría de sus balas las paró el cuerpo de Polo, pero un par atravesaron alguna parte del objetivo, tiñendo su forma difuminada con el color de la sangre.
Su enemigo se volvía cada vez más nítido, a medida que la forma de este se definía salpicada por chorretones de sangre. Cayó contra el maletero del taxi gritando de dolor mientras soltaba una katana, que  perdiendo el contacto con el campo del dispositivo de camuflaje se volvió visible antes de contactar con el charco rojizo que comenzaba a formarse en el suelo

Link trató de recargar como pudo su pistola con una sola mano, pero su enemigo fue más rápido y soltó una granada de gas lacrimógeno en el espacio que los separaba.

-Mierda con el puto humo - murmuró el agente mientras hundía su cara contra el cuello de la gabardina y descargaba ráfagas cortas contra la cortina turbia y densa que emergía desde abajo – ¡Te voy a pillar y me haré un traje contigo, mamonazo!

Sus delicados ojos empezaron a lagrimear sin medida. Descartó buscar los binoculares y se tambaleó como pudo hacia el piso de Amanda, dándole la espalda al cadáver de Polo y al escurridizo asesino. Rodó desde el murete del aparcamiento al jardín que limitaba con la calle que lo separaba de su mujer y cayó de rodillas, fluyendo con el impacto y derramando un chorro de sangre a través de la herida a medio cerrar. Cada vez más mareado, cruzó la desierta calle y rodeó el edificio de apartamentos, indiferente en su hipócrita y lujoso toque industrial. Tiró abajo la delicada puerta de reja metálica con marco de carbono y subió como pudo las escaleras, evitando coger el ascensor, que se encontraba abierto de par en par en el hall. Si había alguien allí seguramente estaría avisado de su llegada.

Sorprendentemente, consiguió llegar al piso de Amanda sin ser interceptado, parándose frente a la puerta del 2º Izquierda, recorriendo con el escáner de sus ojos todo el rellano. No halló nada fuera de lo común y en la puerta solo encontró las huellas de su mujer. Se arrancó el Comlog de la muñeca herida y, sujetándolo con las rodillas, consiguió abrir la cerradura. Le resultó relativamente fácil, pero cuando trató de echar un vistazo a través del circuito cerrado de cámaras su dispositivo quedó fundido. Parecía que su enemigo sabía usar esos juguetitos. Echó mano al cinto, pero la pistola se le debió de haber caído al tirarse desde el aparcamiento.

 Cogió la aturdidora que guardaba en la caña de la bota y se metió un chute de adrenalina. Quizá solo tuviese un tiro para salvarla, más le valía no temblar demasiado. Entró todo lo sigilosamente que pudo en el apartamento después de empujar la puerta con el hombro. El dormitorio de Amanda estaba en la otra punta de la casa, tendría que girar dos veces en aquellos estrechos pasillos y había un montón de puertas donde podían prepararle una emboscada. Tocándose la sien activó un pequeño módulo ilegal de ultrasonidos, escuchó durante unos segundos cómo rebotaban las ondas por todo el piso, pero no encontró nada extraño. Avanzó con cuidado pegado a la pared izquierda, con el brazo herido por delante y la pistola baja. El pequeño radar no detectó ninguna sombra detrás de la primera puerta y dobló la primera esquina. Cuando recorría el segundo pasillo sintió cómo algo se abría camino entre sus costillas

-Uggh… - Link se lanzó hacia la pared contraria y cayó de rodillas. Escupió sangre, por lo que dedujo que la goteante katana que asomaba por la pared le había perforado el pulmón derecho.

Usó toda su fuerza de voluntad para no dejar caer el arma y esperó. La espada se retiró y dejó un agujero minúsculo en la pared. No volvió a ver nada más, pero el sónar le gritaba al oído que había algo acechando tras aquel panel, justo al lado de la puerta. Gateó hasta la obertura, activó su emisor de pulsos lumínicos mientras sostenía la pistola con la barbilla y atravesó el plástico y el yeso de un puñetazo con el dispositivo en la mano. Lo mantuvo unos segundos hasta asegurarse de que había surtido efecto, apagó el aparato antes de dejarlo caer y dobló a su izquierda por la puerta. El sónar identificaba ahora claramente el bulto que conformaba su enemigo, supuso que arrodillado, a sus pies. Bajó el brazo armado con la pistola hasta que tocó a su invisible agresor y accionó el gatillo. La corriente eléctrica recorrió su cuerpo y este cayó al suelo con un gemido. Tiró la pistola descargada y liberó el cuchillo en su funda, aunque no tenía ni idea de cómo iba a ser capaz de esgrimirlo.

La visión se le volvía cada vez más borrosa y la pérdida de sangre parecía irreparable. Se acercó a la cama de Amanda y se derrumbó sobre el suave colchón de plumas junto a ella.

-Amanda… nena…-susurró al oído de su esposa

Esta terminó de dar su enésima vuelta y lo miró con ojos legañosos en la oscuridad artificial que generaban los cristales tintados

-¿Link?... ¿Eres tú?

Él asintió como pudo

-¿Qué haces aquí…? ¿Cómo has entrado?

-Amanda… - escupió otro chorro de sangre y vio cómo la imagen infrarroja de la cara de su mujer se descomponía en una mueca de terror y asco- Verónica… Falco…

-¿Qué?- La joven se había incorporado alejando cuanto pudo su cuerpo de él

-Llama… a Verónica… Falco… ¿vale?

-¿Verónica Falco?

-Sí…- Link sonrió por última vez sobre la almohada de su mujer- Amanda, nena… lo s…- exhaló

Rhinnosuke había seguido desde su posición cómo toda la operación se iba al garete. El maestro Tögan había impactado en su objetivo, pero solo consiguió herirlo, por lo que este pudo alertar a su compañero. El Senpai continuó el ataque y eliminó al tipo que había salido del taxi, pero ese ruin agente de inteligencia se las arregló para disparar a través del cuerpo de su aliado y había dado a Tögan a pesar de que este intentara una pirueta para esquivar las balas. Los hechos habían pillado totalmente por sorpresa a Rhinnosuke, que contactó a Hine. La mujer abandonó su posición en la entrada del edificio de la activista política y corrió en su ayuda, pero el propio maestro le había ordenado que volviese a su puesto mientras se escabullía por su propio pie de la escena del fallido ataque tras una cortina de humo.

“Al menos Hine-San está prevenida” pensó el francotirador mientras volvía a agazaparse sobre su rifle cubriendo la habitación. El objetivo seguía dando vueltas en su cama, ajeno por el momento al combate que se desarrollaba a escasos cien metros de ella. Su compañera le notificó por el comunicador que había conseguido entrar en el piso segundos antes de que el enemigo llegase al rellano. Vio cómo ella conseguía ensartarlo mientras cruzaba unos de los pasillos de la casa a través del circuito cerrado de televisión, pero ese cabrón continuaba moviéndose. El emisor lumínico lo pilló de lleno totalmente desprevenido, así que cuando recuperó la visión y comprobó la situación a través de la mira de su rifle únicamente vio a los dos objetivos en la habitación. Situó la mira sobre la activista política, que se afanaba frenéticamente sobre la otra figura, cuyo calor corporal comenzaba a menguar, pero el maestro Tögan regresaba en aquel momento gravemente herido, así que soltó el rifle y se apresuró a atenderlo y evacuarlo al piso de seguridad antes de que la cosa se pusiese peor.

-Hazlo – le susurró el legendario Saito Tögan mientras Rhinnosuke le aplicaba un apósito de nanobots sobre su rodilla destrozada

-Hai, Senpai- con lágrimas en los ojos activó el detonador neural de Hine. La regla de oro era no dejar cabos sueltos






La llamada no la cogió desprevenida, a Verónica Falco nunca le ocurría eso

-¿Teniente Falco?

-Adelante, Gyn

-Alguien ha llamado a la central preguntando por usted

-¿Tienes identificación?

-Una tal Amanda Duncan, señora

Amanda Duncan había sido una constante en su relación con Link, desde el momento en que este la reclutó en Corregidor. Había hecho los deberes y ahora la conocía bastante bien, sabía dónde comía, con quién se reunía, cuándo llegaba a su casa por las noches y qué información buscaba en Arachne. Sabía incluso que lo había llamado aquella misma tarde y comprendía hasta qué punto conseguía turbarlo

-Pásamela, rápido

-Un segundo

La pantalla de su Comlog se fundió a negro, apenas se veía el contorno de una cara iluminada por un tenue resplandor verdoso

-¿Hola? – la voz que llegaba a sus oídos sonaba rota, destemplada

-Aquí Verónica Falco, adelante

-Mire… Yo… Link…

-Adelante, señora Duncan – a Verónica no le gustó nada cómo había empezado la conversación. Si hubiese pasado algo el agente de la Mano la habría avisado, no le daba su nombre a nadie, menos a su mujer

-Necesitamos ayuda… rápido… Oh, Dios, está todo lleno de sangre

-¿Cómo? ¿Puede repetirlo, señora Duncan?

-Ayuda… mi casa… oh, por favor, por favor… ayúdalo… se está… – la voz se volvía más histérica a medida que Amanda expresaba en voz alta el horror que yacía ante sus ojos. Tenía a Link tumbado en su cama, pero ella no tenía ni idea de medicina y la sangre ya goteaba desde el colchón, cayendo en el suelo enmoquetado iluminado apenas por el fulgor de los ojos sin vida de su marido, que se atenuaba a medida que el pequeño motor bioeléctrico que llevaban incorporado se quedaba sin combustible

-Señora Duncan, tranquilícese, cuénteme qué está pasando, ¡rápido! – Verónica se sentó en el escritorio de su despacho y mandó un mensaje a Clancy, ordenándole que reuniese al equipo y se encaminase hacia el barrio residencial

-Yo… yo… está muriéndose

-¡Repítalo! – rugió la teniente Falco al comunicador mientras luchaba agarrada a su mesa. ¿Dónde estaba Polo, por qué no la había informado?

-Venga rápido, por favor… - fue lo último que la activista política susurró al interfono. El silencio resultante aguijoneó a Verónica con crueldad

-Manténgalo con vida, vamos para allá

Salió de su despacho abrochándose el chaleco de combate, lanzando órdenes apremiantes a diestro y siniestro. Llegó al parque móvil y montó en el vehículo de intervención rápida junto al equipo que Clancy había reunido, el vehículo de apoyo todavía estaba siendo equipado y llegaría a la escena demasiado tarde como para importarle de momento

-¿Has contactado con Polo?

Nadalee negó con la cabeza apartando su vista del Comlog

-Lo llevo intentando desde que diste la orden, la cámara de la cabina muestra el cartel de una clínica odontológica

-¿Has cruzado con el mapa?

-Están a 100 metros del lugar desde donde se efectuó la llamada

-Crank, llévanos allí ya, Código Negro

-Entendido- Ni siquiera Crank se permitió hacer una broma.

-No puede haber caído- Clancy la miraba desde sus ojos albinos, hundidos en su cara regordeta

-Eso ha dicho

-¿Quién?

-Amanda Duncan

-Joder



-Ahmid- Rhinnosuke entró por la puerta de atrás del 24 horas en uno de los barrios más pobres de Bakunin, aquel en el que Link y Amanda se habían criado y enamorado

-Hola, amigo, ¿cómo va la cosa?

-Mal, mi perro se comió la prensa esta mañana

El viejo pakistaní presionó el botón de cerrado y una corriente eléctrica activó las cristaleras de su tienda, volviéndolas totalmente opacas e iluminando el cartel de cerrado

-Habla ahora, nu tengas miedo

-Necesito usar el piso

-Di acuerdo ¿vienes tú solo?

-Mi maestro está en la furgoneta del callejón

-Apárcala aquí delante, encenderé el módulo inhibidor

-Hai


***********************************************************************


Se paseaba nerviosa por la habitación a oscuras, abrazando su propio vientre por encima del camisón de seda sintética. Link yacía muerto en su cama. Una desconocida llamada Verónica Falco iba para allá. Un reguero de sangre cruzaba el pasillo. Link seguía yaciendo muerto en su cama… La cabeza le daba vueltas y no sabía qué hacer. Después de hablar con aquella mujer todo el sistema eléctrico de su casa había dejado de funcionar. Tendría velas por algún lado, pero estaba demasiado alterada como para ponerse a buscarlas. Su marido había aparecido en mitad de la noche sobre su cama y se había desvanecido egoístamente rápido, sin darle tiempo si quiera a pensar en todas esas cosas. 

Activó la luz de su propio comlog y un resplandor rojizo bañó la sanguinolenta escena, revelando el reguero de sangre que marcaba los últimos pasos del agente de la Mano. Examinó el cuerpo vestido con una gabardina negra empapada en sangre, vio el agujero que atravesaba su pulmón derecho y el brazo izquierdo colgando en un ángulo imposible. No supo por qué no derramó ninguna lágrima, sentada a horcajadas sobre su marido mientras el largo camisón se teñía de rojo y el pelo suelto comenzaba a apelmazarse y a impregnarse del olor metálico de la sangre derramada. Se quedó allí un momento, oyendo el silencio dejado por aquel cuerpo sin vida sintió sus fuerzas reunirse dentro de su pecho. Rebuscó en los numerosos bolsillos del agente de la mano cualquier cosa con pinta de medicina, tirando hacia un rincón todos aquellos pequeños instrumentos que le desagradaban profundamente y que formaban parte de su vida aunque se esforzase en negarlo. Encontró un pequeño frasco inyectable y no se lo pensó dos veces, clavándolo en uno de esos hombros aborrecibles, presionando con fuerza hasta que un líquido amarillento se introdujo completamente en el organismo agonizante. El cuerpo de Link experimentó un par de convulsiones breves que la sobresaltaron y quedó en una posición similar a la que estaba antes. Acercó el frasco a la luz del comlog de nuevo y descubrió que no se trataba de otra cosa que veneno de serpiente

-¿Pero qué…?

Arrojó el frasco vacío bien lejos y siguió revolviendo entre todas aquellas fundas y bolsillos hasta que encontró un pequeño papel arrugado y amarillento. Reconoció su propia letra, agrupada formando nombres de productos básicos. Pasta de dientes, champú, cereales, café… El descubrimiento le dejó sin habla. ¿Una lista de la compra? Pero si cuando lo echó de casa no le dio tiempo a dejar la pistola encima de la mesa. ¿Lo había guardado 7 años? ¿Ese pedazo de papel llevaba con él tanto tiempo?

-Link…- Se dejó caer sobre aquel cuerpo exangüe, cerrando los ojos contra el sudor frío de su cuello.  Así permanecía cuando Verónica Falco la encontró y agarró el brazo con el que se aferraba a la causa inerte de que sus caminos se cruzasen

-Señora Duncan, aparte- el tono de voz de la mujer era apremiante, duro y contenía una profunda ansiedad.

Amanda no levantó la cabeza cuando musitó

-Está muerto, fuera de mi casa

-Señora Duncan- Verónica hablaba con una furia incontrolable mientras apuntaba al escuálido cuerpo con una enorme escopeta de diseño militar- no se lo estoy pidiendo

-Señora Duncan, hágale caso- Crank agarró a Amanda por la cintura y tiró con una cierta ternura, la mayor que un militar podría permitirse. La activista política pataleó desesperada, pero cedió pronto y cayó rendida en la presa del operativo, sujetándose el rostro con unas manos surcadas de anillos.

-Llévatela de aquí, no tiene que ver esto

-Sí, señora. Venga conmigo, querida, vamos a encerrarnos un rato en el baño y a abrir todos los grifos

Clancy no seccionó la cabeza de Link hasta que no hubo pasado un par de minutos desde que Crank cerrase la puerta y echase el seguro

-Meted los cuerpos en bolsas, fotografiad, etiquetad y de vuelta al garaje. Nadalee, Crank, que se duche, se vista y venga al piso franco

Nadalee quitó la mirada del descabezado cuerpo de Link y miró a su teniente a los ojos

-¿Qué vas a hacer con...?

-Encontrar al puto Boskovich, cueste lo que cueste. Clancy, vamos a hacerle una visita a Face en el local de tatuajes.

Clancy levantó sus ojos lechosos hacia la sargento Falco. Nadalee pensó en lo difícil que era saber lo que pasaba por detrás de esa mirada translúcida y en lo poco que sabía sobre ese hombre. El enorme operativo no parecía reconocer nada más que un punto indeterminado detrás de la nunca de Verónica y pareció que en algún momento fuese a decir algo. Despegó unos labios carnosos y secos, llegó a tragar saliva, pero lo único que consiguió emitir fue un leve gruñido mientras sostenía con sumo cuidado la cabeza de su malogrado superior y la conectaba a una pequeña caja negra, cuyo débil zumbido profanaba el silencio mortal que flotaba en el ambiente.

Las dos mujeres se quedaron mirando, huyendo cada una de los ojos de la otra, cargados a partes iguales con reproches y temor. Verónica Falco ponía toda la fuerza de su voluntad en ignorar los desagradables sonidos que brotaban de la cabeza de Link cada vez que Clancy conectaba un manojo de cables por alguna cavidad que obviamente no parecía estar diseñada para ese propósito. Cuando el amarillento rostro estuvo sepultado por una montaña de tubos multicolor Clancy cerró la tapa de la caja con unas manos regordetas, cuyos dedos asomaban por los agujeros hechos en unos gruesos guantes de cuero

-Lleva demasiado tiempo muerto como para que nadie pueda salvarlo- dijo el hombre pálido mientras introducía el código clave en la petaca de Link y desenganchaba esta de su funda.

-Si la mitad de lo que cuentan sobre Boskovich es cierto, ya es una mano mejor que la que tenemos ahora

-Nunca jugaste bien a las cartas, Verónica- Clancy introdujo la petaca en uno de los bolsillos auxiliares de la caja y la metió en un contenedor militar blindado de reducido tamaño que se cargó al hombro – ya está listo

La sargento Falco miró con rabia la puerta cerrada del baño antes de girarse hacia la salida con una lágrima oculta tras unas desbordadas pupilas negras

-Y a mí eso qué cojones me importa ahora

Nadalee los vio abandonar la escena con paso nervioso y oyó cómo salían del portal desierto.  El campo de vacío que había colocado en la puerta de la casa volvió a cerrarse con un sonido hermético y comenzó a fotografiar la escena mientras los sollozos tristes de Amanda Duncan se ahogaban en el torrente de los grifos.

La habitación le llevó bastante tiempo, había un montón de pequeños utensilios de uso clasificado desperdigados por el suelo enmoquetado y, aunque supuso que los debía de haber arrojado la propia activista política en algún intento inútil de salvar a su marido los fotografió y clasificó de todas formas.

Cuando hubo acabado con el dormitorio continuó por el pasillo surcado de sangre. Encontró el agujero que el arma de la asesina había abierto en la fina pared con una pulcritud asombrosa y dobló la puerta para entrar en la habitación desde donde se había realizado el ataque

Encendió la luz y halló un cuerpo extendido sobre el suelo con la cabeza apoyada en un pequeño charco de sangre. Había una pistola breaker tirada en el suelo junto a una espada carbonizada y un pequeño emisor de pulsos. Fotografió y etiquetó meticulosamente los utensilios, guardando la katana en una caja touchless, cuyos pequeños motores internos anuladores de gravedad generaban un pequeño campo de vacío donde guardar objetos sumamente delicados. Le pareció necesario al observar detenidamente el estado del arma. No era la primera vez que veía una de esas en aquellas condiciones y la experiencia le recordó lo sumamente poderosa que era la dispersión molecular que generaba el pequeño seguro debajo de la guarda, dejando el arma totalmente descompuesta. En cuanto algo la tocase la fina pieza de metal renegrido se convertiría en polvo

Se detuvo un poco más en el cuerpo de la asesina, cuyo dispositivo de ocultación había quedado desbaratado tras la corriente a la que Link lo sometió. El cuerpo no presentaba signos de violencia más allá de la quemadura que habían provocado los dientes de la pistola en el muslo derecho. Sin embargo, el olor dulzón que emanaba de su pelo reveló que aquella desgraciada llevaba otro seguro, en esta ocasión implantado en la meninge. Compadeció a la pobre asesina, morir con el cerebro licuado en un milisegundo habiendo quedado previamente inconsciente no sonaba nada mal. Inspeccionó el resto del cuerpo, embutido en un elegante traje de ocultación sin ninguna marca reconocible. Ningún miembro parecía sintético, más allá de unos leves injertos de cabello, por lo que embolsó el cadáver, aplicó el vacío en el interior del recipiente y se lo cargó al hombro para amontonarlo en la entrada junto al resto de cajones cargados de pruebas.

Se tomó un vaso de agua fría, caída de una extravagante fuente en forma de cascada selvática, en cuyo interior revoloteaban unos diminutos pajarillos sintéticos que piaron ufanos cuando seleccionó la temperatura del líquido. No se paró a pensar en lo cómico que resultaba aquel piido alegre dentro de aquella casa. Comprobó el reloj… las 5:30… Si la llamada fue a las 4:06 aún podría llegar a cobrar 3 horas extra… Eso serían unos 1000 pavos más… No creía que el Mando le diese a Verónica el control de su propio grupo todavía, por lo que probablemente fuesen los últimos 1000 dólares en un tiempo. Al menos los últimos 1000 legales.

Mientras la idea de llamar a un Morlock y pedir  un bidón de Vodka le pasaba por la cabeza, encaminó sus pasos hacia el cuarto de baño. Los grifos habían cesado, no así la señora Duncan, aunque había mejorado mucho para lo poco que llevaba Link muerto. Llamó a la puerta con los nudillos dando gracias al cielo porque no hubiese visto lo de la cabeza

-Mire, señora Duncan, esa es Nadalee. La llaman así por la cantidad máxima de sentimientos que puede almacenar en su corazón de hojalata, y se encargará de prepararla para su traslado. No deje que coja la esponja o le cogerá fobia a la ducha, se lo digo por propia experiencia- Crank descorrió el cerrojo y abrió la puerta, mientras le sonreía con pesar

Los enrojecidos ojos de Amanda Duncan seguían clavados en sus propias manos, que jugueteaban con la etiqueta de un bote de acondicionador para el cabello. Había dejado de estremecerse, aunque no de llorar, y se había mojado la cara unas cuantas veces. Crank le echó una mirada triste a aquella desgraciada y cruzó la puerta. Nadalee lo ignoró olímpicamente y rodeó los hombros de la activista política

-Vamos, señora Duncan, es hora de darse un baño y ponerse en marcha. Yo la ayudaré si usted se ve incapaz. Crank, cierra la puerta de una vez.

-Ah… nunca me canso de recibir órdenes.

-¿Has preparado el traje de VIP?

-Está colgado detrás del vestidor ese, el del dragón pintado

-Pues venga, hay que llevar todas las pruebas al vehículo y volver a asegurar el perímetro

-¿Están las rutinas programadas?

-Diales 4 y 5, si ocurre cualquier cosa me ocuparé de los controles desde aquí

-Seguro que controlas hasta dónde cae el chorrito

-Puedes apostar. Ahora, andando

Mientras Crank cerraba la puerta de tejo y oía cómo el cerrojo aseguraba el interior echó un vistazo a la desierta habitación. Lo malo de las escenas del crimen una vez pateadas por Nadalee era lo necesitadas que parecían de un nuevo fiambre, y saberse solo en el lugar donde había caído su jefe no le daba buenas sensaciones.

Salió rápidamente al recibidor del apartamento y cargó al hombro los aparatosos contenedores de pruebas. Bajó por el pequeño ascensor y depositó las cajas dentro del vehículo de transporte, que se encontraba notablemente vacío después de haber desplegado los dos remotos clase Stempler. El operativo abrió uno de los compartimentos laterales del interior y sacó el chaleco táctico y la carabina para operaciones urbanas, no le llevó mucho tiempo equiparse, por lo que no le extrañó el hecho de no recibir ninguna actualización por parte de los dos observadores automatizados. Los dejó continuar con su ruta programada y él se encaminó al aparcamiento donde había tenido lugar el primer ataque llevando consigo un pequeño maletín, parecido al de Nadalee, para fotografiar la escena y recoger las muestras que pudiese.

El silencio ominoso de la noche empezaba a retirarse lentamente, pero en aquella zona todo seguía envuelto en la mortecina calma del sueño. Canturreó la última canción que se le había quedado pegada al cerebro mientras seguía el reguero de sangre dejado por Link atravesando el pequeño jardín.

"I love you, I love you, I love you, I love you, I do
            but I miss you more than I ought to"

Trepó el muro sin ningún esfuerzo y lo primero que vio fue el coche rojo y negro bañado por las primeras luces artificiales del nuevo día, después se fijó en el cuerpo de Polo, derrumbado de espaldas sobre el capó, el arma del asesino, abrazada al rifle de su víctima, ahogados en un charco de sangre coagulada, y pisadas por todo el lugar.

"So I´m losing my head, I´m losing my head
                          I think I´m losing it"

-Asco de todo, tío

Crank disparaba la cámara contra cualquier punto que pudiese resultarle mínimamente interesante a la sargento Falco. El interior del vehículo, los agujeros de bala por todas partes, las manchas de sangre, las pisadas por todo el aparcamiento... más restos de pisadas, solo de ida hacia la puerta trasera de la consulta… un momento… el agente se giró rápidamente hacia el cuerpo tumbado sobre el taxi.

 "And there ain't no nothing that's washed 
                                 upon my hands
    Said, I've been missing your touch"

 Nunca le había caído bien el imbécil de Polo, menos desde que lo pillase en el atracadero 34 dándole seda dulce a su propio hijo, por lo que no había conseguido empatizar  hasta el punto de preocuparse por dónde habría caído la mollera de ese capullo. ¿Dónde narices estaba la puta cabeza? No estaba debajo del vehículo, no había caído al jardín de abajo, no había rodado lejos, a esas horas no había llegado ningún vecino…

-Hijos de perra… - Cranck cargó el fusil y preparó un pequeño lanzador de cabezas explosivas- me cago en…- introdujo el pequeño misil y se recostó contra el taxi mientras apuntaba la a la puerta de la clínica, protegida por una gruesa cortina de acero- como hayáis sido vosotros…

"So I´m losing my head, I´m losing my head
                          I think I´m losing it"

La explosión abrió un enorme agujero en la persiana metálica, revelando una puerta de marco blanco y con los cristales protegidos por una fina rejilla. Crank introdujo la mano por el boquete, arrancó el pomo de la puerta y colocó un disco de termita. Cuando esta hubo acabado su trabajo atravesó el hueco creado en la persiana, empujó la puerta y lanzó un pequeño emisor de pulsos hacia el interior del local. Se ajustó las gafas de combate, las calibró para contrarrestar la cacofonía lumínica y entró rápidamente a una sala de reducido tamaño que interpretó como la trastienda, abarrotada de paquetes blancos dispuestos en estanterías. No había nadie ni allí ni en la sala de espera, ni el recibidor, ni detrás del mostrador.

"Well I could be patient but I won't know
            So I jumped the gun and said 
                 you're the one that can 
                       bring me home"

 Inspeccionó la planta de arriba, donde se encontraban el quirófano y los despachos, pero no vio nada extraño. Sin embargo, el pequeño receptor de vibraciones colocado en su cinturón captó una ligera sacudida proveniente de la misma trastienda. Bajó de nuevo y desactivó los filtros de las gafas, ya que el emisor había cesado su actividad. Encendió la linterna acoplada a la carabina en busca de cualquier cosa fuera de lo normal, pero no encontró nada. Vaciló, toda la rabia que había ido acumulando desde que la llamada de Clancy lo levantó de su cama hacía dos horas se le había quedado atragantada en la boca y no tenía forma de escupirla. Le propinó una violenta patada a una de las estanterías, cuyo contenido cayó al suelo emitiendo un ruido hueco

"So I´m losing my head, I´m losing my head
                          I think I´m losing it"

-Pero qué coj…

Golpeó con el tacón la baldosa sobre la que estaba, pero el ruido que produjo fue sordo. Caminó hacia el lado opuesto de la estantería, donde había caído el material, y volvió a golpear el suelo. Esta vez volvió a recibir un sonido hueco.

-Premio

Se agachó y rodeó  el contorno de la baldosa con el dedo, notando la fina rendija que separaba el suelo de la trampilla disimulada. Desplegó  las cuchillas de un taladrador sobre la entrada camuflada y se colocó la máscara de humo. El  aparato comenzó a girar sobre el punto donde lo había colocado, bamboleándose peligrosamente y emitiendo un chirrido ensordecedor al atravesar la ligera placa de metal. Cuando cayó en la planta inferior y se clavó en el suelo empezó a emitir un humo oscuro extraordinariamente denso. Ajustó las gafas de nuevo y se lanzó de cabeza por la estrecha obertura creada, rodando como un gato al aterrizar en el suelo. Descubrió el calor de tres cuerpos agazapados detrás de un laberinto de bancos de trabajo. Aquella sala era mucho más grande que las demás y el humo no conseguiría cubrir toda su amplitud, pero no escuchó ningún disparo.

"Said, I've been missing your touch I didn't get the feel it enough
                 The blood in my veins is running your way
     There is only one thing that I can say"

-¡Quiero la cabeza! ¡Dádmela sin hacer ninguna tontería y puede que os deje vivir!

Lo único que obtuvo por respuesta fue un rugido inhumano. Echó una ojeada, pero no vio ninguna señal térmica moverse lo más mínimo. Buscó alguna cobertura tras la que parapetarse y asomó la cabeza para seguir controlando a las figuras tras los mostradores.

-¡Dejaos de gritos y dadme la cabeza!

Esta vez lo que le respondió no fue un grito, sino el impacto de un par de manos enormes contra la espalda. Notó cómo unas uñas monstruosas se clavaban contra el chaleco táctico y chocó violentamente contra el suelo a un par de metros de distancia. Tenía algo encima, algo sorprendentemente fuerte pero de poco peso, y un líquido apestoso le goteó en el cuello.

Notó el sabor de su propia sangre en los labios mientras buscaba la funda del cuchillo asegurada en su muslo derecho, pero uno de los brazos de aquella cosa lo interceptó. 

"I want you, I need you I can't do this without you my love 
                        But I miss you more than I want to"

Aprovechando el reducido peso de su enemigo giró la cadera y asestó un golpe con la otra mano hacia donde calculó que estaría la garganta de su oponente. En lugar de ello, la introdujo en una boca desproporcionada, que se cerró con violencia atrapando su muñeca. Los frágiles dientes de aquella cosa se quebraron al chocar contra el brazalete de kevlar y Crank aprovechó el momento para mirar a la cara de aquel ser. No emitía ninguna señal de calor, era una mancha de oscuridad uniforme ante la visión térmica de sus gafas. El operativo no dejó pasar la ocasión e introdujo el brazo aún más en la boca de la criatura, hasta que atrapó su fina lengua. La bestia pareció comprender lo que venía a continuación y gimió débilmente, anticipando el indescriptible dolor que le provocó Crank al separar el órgano de su garganta. El monstruo cayó al suelo emitiendo un torrente de sangre y golpeaba los mostradores mientras se retorcía con unas largas alas coricáceas, momento que el agente aprovechó para reajustar su visor, recoger la carabina y vaciar un cargador entero contra aquel ser.

-Vale, se acabó la diversión. ¡Salid de ahí inmediatamente u os tiro este antro encima!

Los tres individuos fueron saliendo de sus escondites poco a poco y se arrodillaron delante de él con las manos en la cabeza. Iban vestidos con batas blancas y tenían la cara casi igual de pálida, enmarcada por largas melenas de cabello lacio azabache y unos pequeños colmillos asomando entre los labios.

          "You know I won't treat you bad
I need your love and I want it back"


-Bueno, seguro que os lo habéis pasado en grande con todo este rollo de jugar a los vampiros y lanzar monstruosidades contra agentes de la ley. La cabeza


"So I´m losing, I´m losing my head
                                      Oh, yeah
             I´m losing, I´m losing
               I´m losing my..."

4 comentarios:

  1. Epic! Muy bien escrita. Tengo que releer la 1ª parte, x si me he dejado algo en el tintero. Estos japos y sus katanas...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajajaja a los pobres ninjas no les salen bien las cosas ni en los relatos. El primero puede ayudar un poco, pero no es totalmente necesario. De todas formas intento que se intuyan algunas cosas pero que por lo general no se sepa mucho de los personajes, más allá de lo que dicen o hacen.
      Espero tener lista la tercera parte pronto!

      Eliminar
  2. Otro que se la ha terminado! jaja como dice rockie está muy bien escrita, me ha encantado. Por mi parte destacar la buena ambientación que creas, si es cierto que es un relato largo pero no se me ha hecho pesado en ningún momento. Hay muchas cosas que no he entendido muy bien debido a mis escasos conocimientos del trasfondo de infinity, que te pediré que me expliques cuando nos veamos. Espero que leamos mas relatos tuyos Sr.Cid!! (por nuestra parte tendrás muchas partidas para inspirarte jaja)
    Pregunta: Hay continuación para éste?. Un saludo!!

    ResponderEliminar
  3. Oh, puedes apostar que sí. A fin de cuentas la trama principal gira de momento en torno a Boskovich y a Héctor. Esto solo es una noche que se va a la mierda por una llamada de teléfono XD

    ResponderEliminar