Bueno, pues por fin estoy en condiciones de enseñar la seguda parte de Parches de memoria. Si la primera entrega era más bien una presentación, algo escueta, de los personajes principales, en esta las cosas empiezan a acelerarse. Es bastante más larga que la anterior, pero espero que sea lo suficientemente interesante como para que podáis llegar hasta el final. Cualquier tipo de crítica es bienvenida, así que si llegáis al final, dejad un comentario de lo que sea, incluso de cómo está el tiempo XD si total, es gratis
Sin más preámbulos...
Salió de la cafetería 24h sosteniendo dos humeantes
frappgelicos, cruzó la calle en dirección a la consulta de estética
odontológica, pasó por delante del cartel “¡Afila tus colmillos para disfrutar
de una satisfacción 100% real durante tus sesiones de vampirismo!” y enfiló la
callejuela hacia el aparcamiento de la parte de atrás. Su coche estaba ahí,
pegado a un murete bajo que no impedía la vista de un bloque de edificios
particularmente extravagante.
Su socio se encontraba mirando esa extraña amalgama de
cristal y metal envejecido artificialmente en ángulos inverosímiles
-He traído café
-Gracias, Polo – Link dejó los binoculares militares sobre el
capó del taxi y cogió uno de los bricks humeantes que le ofrecía el conductor mientras daba un pequeño sorbo al otro
Link bebió la mitad del frappgelico de un solo trago antes de contestar
-Sigue durmiendo, da demasiadas vueltas
-Apuesto a que las has contado
-35
-Pues sí que son muchas, sí…- en la voz de Polo podía
notarse un deje de ironía- deberías entrar por su ventana con un equipo de
intervención y atarla a la cama para salvarla de posibles contracturas
- No es momento para sarcasmos
-Tienes razón, es momento para dormir, tal y como hace ella,
como la puta gente normal
-Mira… - Link estrujó el brick vacío y lo tiró al suelo para
volver a ponerse los binoculares en los ojos – nadie te mandó quedarte de
niñera
-Tengo que velar por mis hijos. Ni te imaginas la cifra a la
que ha llegado el taxímetro
-Pero hazme precio, mamón
-Eso es solo cuando estás de misión- Polo abrió la puerta de
atrás de su taxi rojo y negro para tumbarse en el asiento- Despiértame si ocurre
algo… bueno, salvo que te quedes sonado del todo. En ese caso lo mejor sería
que te pegaras un tiro en los huevos
-Como quieras
-Y dime –la voz del chófer sonaba perezosa desde dentro del
vehículo - ¿piensas hacer esto todas las noches?
-Le he dejado un mensaje, no me atrevo a hablar con ella –
Link hablaba mientras veía la silueta infrarroja de Amanda Duncan a través de
los gruesos cristales de su apartamento
-Joder… - fue lo último que logró articular Polo antes de
caer dormido. El agente no lo escuchó, su cerebro peleaba por reparar el cráter
que la irrupción de la activista había abierto en él.
Llevaba toda la noche observando cómo daba vueltas.
Primero un giro nervioso del cuello, un resoplido para apartar el pelo que
había quedado sobre la cara. Luego un brazo cruzaba su pecho y caía hacia el
costado. Un brazo raquítico, interminable, que llevaba algún tipo de brazalete
totalmente irreconocible a través de una señal de calor. Después las piernas se
movían debajo de las sábanas, totalmente sincronizadas entre sí durante el
parsimonioso giro. Permanecía en esa posición durante unos segundos, quizá
esperando a estar segura de que su marido la veía. Entonces, lentamente, giraba
el torso. Las caderas, luego el pecho tras el fino camisón de seda. Quedaba el
otro brazo, enredado en un lecho de cabellos. A Link no le extrañaba que fuese
el último en cambiar de posición. Para él la melena de la activista política
siempre fue un lugar en el que refugiarse, no importaba de qué. Nada podía
alcanzarlo sumergido en ese mar tibio, agarrado a ese cuerpo de comadreja que
destilaba vida, que exudaba alegría.
Sin embargo, aquella forma sinuosa estaba siendo observada
por otros ojos. Desde el balcón de una
casa señorial dentro del mismo exclusivo barrio donde vivía Amanda, un vigía
silencioso monitorizaba el interior de su habitación. Saito Rhinnosuke miraba
tranquilo a través del objetivo de su fusil de precisión. No había sido difícil
conseguirlo a través de la red de contactos de su empleador, que disfrutaba de
una posición envidiable dentro de aquella nave. El maestro Tögan los había
llevado a Bakunin bajo su propio auspicio, lo que había causado el rechazo de
Hine. A Rhinnosuke no le pareció mal salir de Bourak, las constantes tormentas
del sistema dificultaban el mantenimiento de sus carísimos sistemas de
ocultación y el ambiente presurizado de Bakunin les pondría las cosas más
fáciles. El pequeño grupo de asesinos recibió un contrato para matar a
una activista política no especialmente molesta, pero particularmente notoria
en aquellos días. Según el dossier recabado sobre su objetivo, esta había sobrevivido milagrosamente a dos tentativas de asesinato anteriores. Un
atentado con bomba lapa y un tiroteo chapucero a la salida de un mitin no eran
un buen comienzo. Sin embargo, no parecía que su seguridad se hubiese
incrementado, típico en los activistas nómadas, demasiado idealistas como para
preocuparse por su propia vida. El plan de ataque estaba prácticamente acabado,
pero aquella misma tarde surgió un contratiempo. Había intentado reunirse con
esa antigua pareja suya, un agente de la Mano, según les contó su informador y enlace con los bajos fondos.
El maestro le había quitado hierro al asunto después de oír el informe de Hine
y salió él mismo para interceptarlo. El ataque debía ejecutarse cuanto
antes para salir corriendo con el lucrativo salario y aquella ocasión parecía la
apropiada. Tögan había retrasado el ataque durante toda la noche mientras
acechaba a ese agente de la Mano. Rhinnosuke dejó el rifle apoyado en su
trípode durante un momento para echarle un vistazo a la señal que el visor de
su maestro le mandaba a tiempo real. Estaba muy cerca de un taxi rojo y negro,
miraba fijamente la nuca de su objetivo, que se las arreglaba para fumar
mientras manejaba unos pequeños binoculares.
-¿Maestro? Seguimos a la espera
-¿Está Hine dentro? – la voz de Tögan Senpai reflejaba
cierta tensión, según podía deducir Rhinnosuke debía de llevar 3 horas colgado
de esa cornisa
-¡En posición, maestro! – La voz de Hine sonaba fiera, cómo
le gustaban aquel tipo de operaciones
-Primero atacaré yo, vosotros esperad a mi orden
-¡Entendido, maestro!
-Entendido, maestro – Rhinnosuke volvió a encaramarse sobre
su rifle y amartilló el cargador del arma. El objetivo seguía dando vueltas en
la cama. Aquella mujer no paraba quieta ni siquiera mientras dormía
Lo primero que sintió Link fue un agudo dolor que le
recorría el húmero de su brazo izquierdo. Joder, era el brazo del cigarro. Cayó
al suelo usando el capó del taxi como cobertura mientras se agarraba la herida y los binoculares salían volando.
Alcanzó a gritar el nombre de su compañero, que se levantó en el asiento de
atrás rápido como un rayo agarrando el rifle que guardaba debajo de este.
-¡Polo joder, algo me ha disparado por la espalda!
-¡Yo me encargo tío!- Polo siempre se las arreglaba para
mantener la cabeza fría sin importar dónde
se hallase, quizá por eso lo
llamaban así. -¿Está el taxi bien?
-Yo que sé, macho, apunta hacia esa farola, seguro que el
cabrón está usando algún tipo de disruptor óptico- gritó el agente de la mano
mientras activaba aquellos ojos verdes y los calibraba para compensar el
dispositivo de su enemigo
-No te preocupes, yo me hago cargo- el conductor descargó
gran parte del cargador de su anticuado rifle sobre una de las esquinas de la
clínica mientras salía de la parte de atrás por el mismo lado en el que se
encontraba su compañero- ¿Cómo vas?
-Parece que ya deja de doler
Otra ráfaga de disparos asaltó su posición, provocando
grandes agujeros en el maletero del taxi y obligándolos a retirarse hacia el capó. Polo cubría a Link mientras terminaba de ajustar el espectro visual de los sintéticos que tenía por ojos
-Creo que lo veo, está justo detrás de… ¡Oh, mierda!
Un borrón difuso había caído agazapado al lado de Polo y la
cabeza de este rodó por el suelo casi al instante
-No me jodas… - Link sacó de la cartuchera su pistola
automática y descargó una ráfaga donde entreveía la pierna de ese cabronazo. La
mayoría de sus balas las paró el cuerpo de Polo, pero un par atravesaron alguna
parte del objetivo, tiñendo su forma difuminada con el color de la sangre.
Su enemigo se volvía cada vez más nítido, a medida que la forma de este se definía salpicada por chorretones de sangre. Cayó contra el maletero
del taxi gritando de dolor mientras soltaba una katana, que perdiendo el contacto con el campo del
dispositivo de camuflaje se volvió visible antes de contactar con el charco
rojizo que comenzaba a formarse en el suelo
Link trató de recargar como pudo su pistola con una sola
mano, pero su enemigo fue más rápido y soltó una granada de gas lacrimógeno en
el espacio que los separaba.
-Mierda con el puto humo - murmuró el agente mientras hundía
su cara contra el cuello de la gabardina y descargaba ráfagas cortas contra la
cortina turbia y densa que emergía desde abajo – ¡Te voy a pillar y me haré un
traje contigo, mamonazo!
Sus delicados ojos empezaron a lagrimear sin medida.
Descartó buscar los binoculares y se tambaleó como pudo hacia el piso
de Amanda, dándole la espalda al cadáver
de Polo y al escurridizo asesino. Rodó desde el murete del aparcamiento al
jardín que limitaba con la calle que lo separaba de su mujer y cayó de rodillas, fluyendo con el impacto y derramando un chorro de sangre a través de la herida
a medio cerrar. Cada vez más mareado, cruzó la desierta calle y rodeó el
edificio de apartamentos, indiferente en su hipócrita y lujoso toque
industrial. Tiró abajo la delicada puerta de reja metálica con marco de carbono
y subió como pudo las escaleras, evitando coger el ascensor, que se encontraba
abierto de par en par en el hall. Si había alguien allí seguramente estaría
avisado de su llegada.
Sorprendentemente, consiguió llegar al piso de Amanda sin ser interceptado, parándose
frente a la puerta del 2º Izquierda, recorriendo con el escáner de sus ojos
todo el rellano. No halló nada fuera de lo común y en la puerta solo encontró
las huellas de su mujer. Se arrancó el Comlog de la muñeca herida y,
sujetándolo con las rodillas, consiguió abrir la cerradura. Le resultó
relativamente fácil, pero cuando trató de echar un vistazo a través del
circuito cerrado de cámaras su dispositivo quedó fundido. Parecía que su
enemigo sabía usar esos juguetitos. Echó mano al cinto, pero la pistola se le
debió de haber caído al tirarse desde el aparcamiento.
Cogió la aturdidora
que guardaba en la caña de la bota y se metió un chute de adrenalina. Quizá
solo tuviese un tiro para salvarla, más le valía no temblar demasiado. Entró
todo lo sigilosamente que pudo en el apartamento después de empujar la puerta
con el hombro. El dormitorio de Amanda estaba en la otra punta de la casa,
tendría que girar dos veces en aquellos estrechos pasillos y había un montón de puertas donde
podían prepararle una emboscada. Tocándose la sien activó un pequeño módulo
ilegal de ultrasonidos, escuchó durante unos segundos cómo rebotaban las ondas
por todo el piso, pero no encontró nada extraño. Avanzó con cuidado pegado a la
pared izquierda, con el brazo herido por delante y la pistola baja. El pequeño
radar no detectó ninguna sombra detrás de la primera puerta y dobló la primera
esquina. Cuando recorría el segundo pasillo sintió cómo algo se abría camino
entre sus costillas
-Uggh… - Link se lanzó hacia la pared contraria y cayó de
rodillas. Escupió sangre, por lo que dedujo que la goteante katana que asomaba
por la pared le había perforado el pulmón derecho.
Usó toda su fuerza de voluntad para no dejar caer el arma y
esperó. La espada se retiró y dejó un agujero minúsculo en la pared. No volvió
a ver nada más, pero el sónar le gritaba al oído que había algo acechando tras aquel panel, justo al lado de la puerta. Gateó hasta la obertura, activó su emisor
de pulsos lumínicos mientras sostenía la pistola con la barbilla y atravesó el plástico y el yeso de un puñetazo con el dispositivo en la mano. Lo mantuvo unos segundos
hasta asegurarse de que había surtido efecto, apagó el aparato antes de dejarlo
caer y dobló a su izquierda por la puerta. El sónar identificaba ahora
claramente el bulto que conformaba su enemigo, supuso que arrodillado, a sus
pies. Bajó el brazo armado con la pistola hasta que tocó a su invisible agresor
y accionó el gatillo. La corriente eléctrica recorrió su cuerpo y este cayó al
suelo con un gemido. Tiró la pistola descargada y liberó el cuchillo en su
funda, aunque no tenía ni idea de cómo iba a ser capaz de esgrimirlo.
La visión se le volvía cada vez más borrosa y la pérdida de
sangre parecía irreparable. Se acercó a la cama de Amanda y se derrumbó sobre
el suave colchón de plumas junto a ella.
-Amanda… nena…-susurró al oído de su esposa
Esta terminó de dar su enésima vuelta y lo miró con ojos
legañosos en la oscuridad artificial que generaban los cristales tintados
-¿Link?... ¿Eres tú?
Él asintió como pudo
-¿Qué haces aquí…? ¿Cómo has entrado?
-Amanda… - escupió otro chorro de sangre y vio cómo la
imagen infrarroja de la cara de su mujer se descomponía en una mueca de terror
y asco- Verónica… Falco…
-¿Qué?- La joven se había incorporado alejando cuanto pudo
su cuerpo de él
-Llama… a Verónica… Falco… ¿vale?
-¿Verónica Falco?
-Sí…- Link sonrió por última vez sobre la almohada de su
mujer- Amanda, nena… lo s…- exhaló
Rhinnosuke había seguido desde su posición cómo toda la
operación se iba al garete. El maestro Tögan había impactado en su objetivo,
pero solo consiguió herirlo, por lo que este pudo alertar a su compañero. El
Senpai continuó el ataque y eliminó al tipo que había salido del taxi, pero ese
ruin agente de inteligencia se las arregló para disparar a través del cuerpo de
su aliado y había dado a Tögan a pesar de que este intentara una pirueta para
esquivar las balas. Los hechos habían pillado totalmente por sorpresa a
Rhinnosuke, que contactó a Hine. La mujer abandonó su posición en la entrada
del edificio de la activista política y corrió en su ayuda, pero el propio
maestro le había ordenado que volviese a su puesto mientras se escabullía por
su propio pie de la escena del fallido ataque tras una cortina de humo.
“Al menos Hine-San está prevenida” pensó el francotirador
mientras volvía a agazaparse sobre su rifle cubriendo la habitación. El
objetivo seguía dando vueltas en su cama, ajeno por el momento al combate que
se desarrollaba a escasos cien metros de ella. Su compañera le notificó por el
comunicador que había conseguido entrar en el piso segundos antes de que el
enemigo llegase al rellano. Vio cómo ella conseguía ensartarlo mientras cruzaba
unos de los pasillos de la casa a través del circuito cerrado de televisión,
pero ese cabrón continuaba moviéndose. El emisor lumínico lo pilló de lleno totalmente
desprevenido, así que cuando recuperó la visión y comprobó la situación a
través de la mira de su rifle únicamente vio a los dos objetivos en la
habitación. Situó la mira sobre la activista política, que se afanaba
frenéticamente sobre la otra figura, cuyo calor corporal comenzaba a menguar,
pero el maestro Tögan regresaba en aquel momento gravemente herido, así que
soltó el rifle y se apresuró a atenderlo y evacuarlo al piso de seguridad antes
de que la cosa se pusiese peor.
-Hazlo – le susurró el legendario Saito Tögan mientras
Rhinnosuke le aplicaba un apósito de nanobots sobre su rodilla destrozada
-Hai, Senpai- con lágrimas en los ojos activó el detonador
neural de Hine. La regla de oro era no dejar cabos sueltos
La llamada no la cogió desprevenida, a Verónica Falco nunca
le ocurría eso
-¿Teniente Falco?
-Adelante, Gyn
-Alguien ha llamado a la central preguntando por usted
-¿Tienes identificación?
-Una tal Amanda Duncan, señora
Amanda Duncan había sido una constante en su relación con
Link, desde el momento en que este la reclutó en Corregidor. Había hecho los
deberes y ahora la conocía bastante bien, sabía dónde comía, con quién se
reunía, cuándo llegaba a su casa por las noches y qué información buscaba en
Arachne. Sabía incluso que lo había llamado aquella misma tarde y comprendía
hasta qué punto conseguía turbarlo
-Pásamela, rápido
-Un segundo
La pantalla de su Comlog se fundió a negro, apenas se veía
el contorno de una cara iluminada por un tenue resplandor verdoso
-¿Hola? – la voz que llegaba a sus oídos sonaba rota,
destemplada
-Aquí Verónica Falco, adelante
-Mire… Yo… Link…
-Adelante, señora Duncan – a Verónica no le gustó nada cómo
había empezado la conversación. Si hubiese pasado algo el agente de la Mano la
habría avisado, no le daba su nombre a nadie, menos a su mujer
-Necesitamos ayuda… rápido… Oh, Dios, está todo lleno de
sangre
-¿Cómo? ¿Puede repetirlo, señora Duncan?
-Ayuda… mi casa… oh, por favor, por favor… ayúdalo… se está…
– la voz se volvía más histérica a medida que Amanda expresaba en voz alta el
horror que yacía ante sus ojos. Tenía a Link tumbado en su cama, pero ella no
tenía ni idea de medicina y la sangre ya goteaba desde el colchón, cayendo en
el suelo enmoquetado iluminado apenas por el fulgor de los ojos sin vida de su
marido, que se atenuaba a medida que el pequeño motor bioeléctrico que llevaban
incorporado se quedaba sin combustible
-Señora Duncan, tranquilícese, cuénteme qué está pasando,
¡rápido! – Verónica se sentó en el escritorio de su despacho y mandó un mensaje
a Clancy, ordenándole que reuniese al equipo y se encaminase hacia el barrio
residencial
-Yo… yo… está muriéndose
-¡Repítalo! – rugió la teniente Falco al comunicador
mientras luchaba agarrada a su mesa. ¿Dónde estaba Polo, por qué no la había
informado?
-Venga rápido, por favor… - fue lo último que la activista
política susurró al interfono. El silencio resultante aguijoneó a Verónica con
crueldad
-Manténgalo con vida, vamos para allá
Salió de su despacho abrochándose el chaleco de combate,
lanzando órdenes apremiantes a diestro y siniestro. Llegó al parque móvil y
montó en el vehículo de intervención rápida junto al equipo que Clancy había
reunido, el vehículo de apoyo todavía estaba siendo equipado y llegaría a la escena demasiado tarde como para importarle de momento
-¿Has contactado con Polo?
Nadalee negó con la cabeza apartando su vista del Comlog
-Lo llevo intentando desde que diste la orden, la cámara de
la cabina muestra el cartel de una clínica odontológica
-¿Has cruzado con el mapa?
-Están a 100 metros del lugar desde donde se efectuó la
llamada
-Crank, llévanos allí ya, Código Negro
-Entendido- Ni siquiera Crank se permitió hacer una broma.
-No puede haber caído- Clancy la miraba desde sus ojos
albinos, hundidos en su cara regordeta
-Eso ha dicho
-¿Quién?
-Amanda Duncan
-Joder
-Ahmid- Rhinnosuke entró por la puerta de atrás del 24 horas
en uno de los barrios más pobres de Bakunin, aquel en el que Link y Amanda se
habían criado y enamorado
-Hola, amigo, ¿cómo va la cosa?
-Mal, mi perro se comió la prensa esta mañana
El viejo pakistaní presionó el botón de cerrado y una
corriente eléctrica activó las cristaleras de su tienda, volviéndolas
totalmente opacas e iluminando el cartel de cerrado
-Habla ahora, nu tengas miedo
-Necesito usar el piso
-Di acuerdo ¿vienes tú solo?
-Mi maestro está en la furgoneta del callejón
-Apárcala aquí delante, encenderé el módulo inhibidor
-Hai
***********************************************************************
Se paseaba nerviosa por la habitación a oscuras, abrazando
su propio vientre por encima del camisón de seda sintética. Link yacía
muerto en su cama. Una desconocida llamada Verónica Falco iba para allá. Un
reguero de sangre cruzaba el pasillo. Link seguía yaciendo muerto en su cama…
La cabeza le daba vueltas y no sabía qué hacer. Después de hablar con aquella
mujer todo el sistema eléctrico de su casa había dejado de funcionar. Tendría
velas por algún lado, pero estaba demasiado alterada como para ponerse a
buscarlas. Su marido había aparecido en mitad de la noche sobre su cama y se
había desvanecido egoístamente rápido, sin darle tiempo si quiera a pensar en
todas esas cosas.
Activó la luz de su propio comlog y un resplandor rojizo bañó
la sanguinolenta escena, revelando el reguero de sangre que marcaba los últimos
pasos del agente de la Mano. Examinó el cuerpo vestido con una gabardina negra
empapada en sangre, vio el agujero que atravesaba su pulmón derecho y el brazo
izquierdo colgando en un ángulo imposible. No supo por qué no derramó ninguna
lágrima, sentada a horcajadas sobre su marido mientras el largo camisón se
teñía de rojo y el pelo suelto comenzaba a apelmazarse y a impregnarse del olor
metálico de la sangre derramada. Se quedó allí un momento, oyendo el silencio
dejado por aquel cuerpo sin vida sintió sus fuerzas reunirse dentro de su
pecho. Rebuscó en los numerosos bolsillos del agente de la mano cualquier cosa
con pinta de medicina, tirando hacia un rincón todos aquellos pequeños
instrumentos que le desagradaban profundamente y que formaban parte de su vida
aunque se esforzase en negarlo. Encontró un pequeño frasco inyectable y no se
lo pensó dos veces, clavándolo en uno de esos hombros aborrecibles, presionando
con fuerza hasta que un líquido amarillento se introdujo completamente en el
organismo agonizante. El cuerpo de Link experimentó un par de convulsiones
breves que la sobresaltaron y quedó en una posición similar a la que estaba
antes. Acercó el frasco a la luz del comlog de nuevo y descubrió que no se
trataba de otra cosa que veneno de serpiente
-¿Pero qué…?
Arrojó el frasco vacío bien lejos y siguió revolviendo entre
todas aquellas fundas y bolsillos hasta que encontró un pequeño papel arrugado
y amarillento. Reconoció su propia letra, agrupada formando nombres de
productos básicos. Pasta de dientes, champú, cereales, café… El descubrimiento
le dejó sin habla. ¿Una lista de la compra? Pero si cuando lo echó de casa no
le dio tiempo a dejar la pistola encima de la mesa. ¿Lo había guardado 7 años?
¿Ese pedazo de papel llevaba con él tanto tiempo?
-Link…- Se dejó caer sobre aquel cuerpo exangüe, cerrando
los ojos contra el sudor frío de su cuello.
Así permanecía cuando Verónica Falco la encontró y agarró el brazo con
el que se aferraba a la causa inerte de que sus caminos se cruzasen
-Señora Duncan, aparte- el tono de voz de la mujer era
apremiante, duro y contenía una profunda ansiedad.
Amanda no levantó la cabeza cuando musitó
-Está muerto, fuera de mi casa
-Señora Duncan- Verónica hablaba con una furia incontrolable
mientras apuntaba al escuálido cuerpo con una enorme escopeta de diseño
militar- no se lo estoy pidiendo
-Señora Duncan, hágale caso- Crank agarró a Amanda por la
cintura y tiró con una cierta ternura, la mayor que un militar podría
permitirse. La activista política pataleó desesperada, pero cedió pronto y cayó
rendida en la presa del operativo, sujetándose el rostro con unas manos
surcadas de anillos.
-Llévatela de aquí, no tiene que ver esto
-Sí, señora. Venga conmigo, querida, vamos a encerrarnos un
rato en el baño y a abrir todos los grifos
Clancy no seccionó la cabeza de Link hasta que no hubo
pasado un par de minutos desde que Crank cerrase la puerta y echase el seguro
-Meted los cuerpos en bolsas, fotografiad, etiquetad y de
vuelta al garaje. Nadalee, Crank, que se duche, se vista y venga al piso franco
Nadalee quitó la mirada del descabezado cuerpo de Link y
miró a su teniente a los ojos
-¿Qué vas a hacer con...?
-Encontrar al puto Boskovich, cueste lo que cueste. Clancy,
vamos a hacerle una visita a Face en el local de tatuajes.
Clancy levantó sus ojos lechosos hacia la sargento Falco.
Nadalee pensó en lo difícil que era saber lo que pasaba por detrás de esa
mirada translúcida y en lo poco que sabía sobre ese hombre. El enorme operativo
no parecía reconocer nada más que un punto indeterminado detrás de la nunca de
Verónica y pareció que en algún momento fuese a decir algo. Despegó unos labios
carnosos y secos, llegó a tragar saliva, pero lo único que consiguió emitir fue
un leve gruñido mientras sostenía con sumo cuidado la cabeza de su malogrado
superior y la conectaba a una pequeña caja negra, cuyo débil zumbido profanaba
el silencio mortal que flotaba en el ambiente.
Las dos mujeres se quedaron mirando, huyendo cada una de los
ojos de la otra, cargados a partes iguales con reproches y temor. Verónica
Falco ponía toda la fuerza de su voluntad en ignorar los desagradables sonidos
que brotaban de la cabeza de Link cada vez que Clancy conectaba un manojo de
cables por alguna cavidad que obviamente no parecía estar diseñada para ese
propósito. Cuando el amarillento rostro estuvo sepultado por una montaña de
tubos multicolor Clancy cerró la tapa de la caja con unas manos regordetas,
cuyos dedos asomaban por los agujeros hechos en unos gruesos guantes de cuero
-Lleva demasiado tiempo muerto como para que nadie pueda
salvarlo- dijo el hombre pálido mientras introducía el código clave en la
petaca de Link y desenganchaba esta de su funda.
-Si la mitad de lo que cuentan sobre Boskovich es cierto, ya
es una mano mejor que la que tenemos ahora
-Nunca jugaste bien a las cartas, Verónica- Clancy introdujo
la petaca en uno de los bolsillos auxiliares de la caja y la metió en un
contenedor militar blindado de reducido tamaño que se cargó al hombro – ya está
listo
La sargento Falco miró con rabia la puerta cerrada del baño
antes de girarse hacia la salida con una lágrima oculta tras unas desbordadas
pupilas negras
-Y a mí eso qué cojones me importa ahora
Nadalee los vio abandonar la escena con paso nervioso y oyó
cómo salían del portal desierto. El
campo de vacío que había colocado en la puerta de la casa volvió a cerrarse con
un sonido hermético y comenzó a fotografiar la escena mientras los sollozos
tristes de Amanda Duncan se ahogaban en el torrente de los grifos.
La habitación le llevó bastante tiempo, había un montón de
pequeños utensilios de uso clasificado desperdigados por el suelo enmoquetado
y, aunque supuso que los debía de haber arrojado la propia activista política
en algún intento inútil de salvar a su marido los fotografió y clasificó de
todas formas.
Cuando hubo acabado
con el dormitorio continuó por el pasillo surcado de sangre. Encontró el
agujero que el arma de la asesina había abierto en la fina pared con una
pulcritud asombrosa y dobló la puerta para entrar en la habitación desde donde
se había realizado el ataque
Encendió la luz y halló un cuerpo extendido sobre el suelo
con la cabeza apoyada en un pequeño charco de sangre. Había una pistola breaker
tirada en el suelo junto a una espada carbonizada y un pequeño emisor de
pulsos. Fotografió y etiquetó meticulosamente los utensilios, guardando la
katana en una caja touchless, cuyos pequeños motores internos anuladores de
gravedad generaban un pequeño campo de vacío donde guardar objetos sumamente
delicados. Le pareció necesario al observar detenidamente el estado del arma.
No era la primera vez que veía una de esas en aquellas condiciones y la
experiencia le recordó lo sumamente poderosa que era la dispersión molecular
que generaba el pequeño seguro debajo de la guarda, dejando el arma totalmente
descompuesta. En cuanto algo la tocase la fina pieza de metal renegrido se
convertiría en polvo
Se detuvo un poco más en el cuerpo de la asesina, cuyo
dispositivo de ocultación había quedado desbaratado tras la corriente a la que
Link lo sometió. El cuerpo no presentaba signos de violencia más allá de la
quemadura que habían provocado los dientes de la pistola en el muslo derecho. Sin
embargo, el olor dulzón que emanaba de su pelo reveló que aquella desgraciada
llevaba otro seguro, en esta ocasión implantado en la meninge. Compadeció a la
pobre asesina, morir con el cerebro licuado en un milisegundo habiendo quedado
previamente inconsciente no sonaba nada mal. Inspeccionó el resto del cuerpo,
embutido en un elegante traje de ocultación sin ninguna marca reconocible.
Ningún miembro parecía sintético, más allá de unos leves injertos de cabello,
por lo que embolsó el cadáver, aplicó el vacío en el interior del recipiente y
se lo cargó al hombro para amontonarlo en la entrada junto al resto de cajones
cargados de pruebas.
Se tomó un vaso de agua fría, caída de una extravagante
fuente en forma de cascada selvática, en cuyo interior revoloteaban unos
diminutos pajarillos sintéticos que piaron ufanos cuando seleccionó la
temperatura del líquido. No se paró a pensar en lo cómico que resultaba aquel
piido alegre dentro de aquella casa. Comprobó el reloj… las 5:30… Si la llamada
fue a las 4:06 aún podría llegar a cobrar 3 horas extra… Eso serían unos 1000
pavos más… No creía que el Mando le diese a Verónica el control de su propio
grupo todavía, por lo que probablemente fuesen los últimos 1000 dólares en un
tiempo. Al menos los últimos 1000 legales.
Mientras la idea de llamar a un Morlock y pedir un bidón de Vodka le pasaba por la cabeza,
encaminó sus pasos hacia el cuarto de baño. Los grifos habían cesado, no así la
señora Duncan, aunque había mejorado mucho para lo poco que llevaba Link
muerto. Llamó a la puerta con los nudillos dando gracias al cielo porque no
hubiese visto lo de la cabeza
-Mire, señora Duncan, esa es Nadalee. La llaman así por la
cantidad máxima de sentimientos que puede almacenar en su corazón de hojalata,
y se encargará de prepararla para su traslado. No deje que coja la esponja o le
cogerá fobia a la ducha, se lo digo por propia experiencia- Crank descorrió el cerrojo y abrió la puerta, mientras le sonreía con pesar
Los enrojecidos ojos de Amanda Duncan seguían clavados en
sus propias manos, que jugueteaban con la etiqueta de un bote de acondicionador
para el cabello. Había dejado de estremecerse, aunque no de llorar, y se había
mojado la cara unas cuantas veces. Crank le echó una mirada triste a aquella desgraciada y cruzó la puerta.
Nadalee lo ignoró olímpicamente y rodeó los hombros de la activista política
-Vamos, señora Duncan, es hora de darse un baño y ponerse en
marcha. Yo la ayudaré si usted se ve incapaz. Crank, cierra la puerta de una vez.
-Ah… nunca me canso de recibir órdenes.
-¿Has preparado el traje de VIP?
-Está colgado detrás del vestidor ese, el del dragón pintado
-Pues venga, hay que llevar todas las pruebas al vehículo y
volver a asegurar el perímetro
-¿Están las rutinas programadas?
-Diales 4 y 5, si ocurre cualquier cosa me ocuparé de los
controles desde aquí
-Seguro que controlas hasta dónde cae el chorrito
-Puedes apostar. Ahora, andando
Mientras Crank cerraba la puerta de tejo y oía cómo el
cerrojo aseguraba el interior echó un vistazo a la desierta habitación. Lo malo de las
escenas del crimen una vez pateadas por Nadalee era lo necesitadas que parecían
de un nuevo fiambre, y saberse solo en el lugar donde había caído su jefe no le
daba buenas sensaciones.
Salió rápidamente al recibidor del apartamento y cargó al
hombro los aparatosos contenedores de pruebas. Bajó por el pequeño ascensor y
depositó las cajas dentro del vehículo de transporte, que se encontraba
notablemente vacío después de haber desplegado los dos remotos clase Stempler.
El operativo abrió uno de los compartimentos laterales del interior y sacó el
chaleco táctico y la carabina para operaciones urbanas, no le llevó mucho
tiempo equiparse, por lo que no le extrañó el hecho de no recibir ninguna
actualización por parte de los dos observadores automatizados. Los dejó
continuar con su ruta programada y él se encaminó al aparcamiento donde había
tenido lugar el primer ataque llevando consigo un pequeño maletín, parecido al
de Nadalee, para fotografiar la escena y recoger las muestras que pudiese.
El silencio ominoso de la noche empezaba a retirarse lentamente, pero en aquella zona todo seguía envuelto en la mortecina calma del sueño. Canturreó la última canción que se le había quedado pegada al cerebro mientras seguía el reguero de sangre dejado por Link atravesando el pequeño jardín.
"I love you, I love you, I love you, I love you, I do
but I miss you more than I ought to"
Trepó el muro sin ningún esfuerzo y lo primero que vio fue el coche rojo
y negro bañado por las primeras luces artificiales del nuevo día, después se
fijó en el cuerpo de Polo, derrumbado de espaldas sobre el capó, el arma del
asesino, abrazada al rifle de su víctima, ahogados en un charco de sangre
coagulada, y pisadas por todo el lugar.
"So I´m losing my head, I´m losing my head
I think I´m losing it"
-Asco de todo, tío
Crank disparaba la cámara contra cualquier punto que pudiese
resultarle mínimamente interesante a la sargento Falco. El interior del
vehículo, los agujeros de bala por todas partes, las manchas de sangre, las
pisadas por todo el aparcamiento... más restos de pisadas, solo de ida hacia la
puerta trasera de la consulta… un momento… el agente se giró rápidamente hacia
el cuerpo tumbado sobre el taxi.
"And there ain't no nothing that's washed
upon my hands
Said, I've been missing your touch"
upon my hands
Said, I've been missing your touch"
Nunca le había caído bien el imbécil de Polo,
menos desde que lo pillase en el atracadero 34 dándole seda dulce a su propio
hijo, por lo que no había conseguido empatizar
hasta el punto de preocuparse por dónde habría caído la mollera de ese capullo. ¿Dónde
narices estaba la puta cabeza? No estaba debajo del vehículo, no había caído al
jardín de abajo, no había rodado lejos, a esas horas no había llegado ningún
vecino…
-Hijos de perra… - Cranck cargó el fusil y preparó un
pequeño lanzador de cabezas explosivas- me cago en…- introdujo el pequeño misil
y se recostó contra el taxi mientras apuntaba la a la puerta de la clínica,
protegida por una gruesa cortina de acero- como hayáis sido vosotros…
"So I´m losing my head, I´m losing my head
I think I´m losing it"
La explosión abrió un enorme agujero en la persiana
metálica, revelando una puerta de marco blanco y con los cristales protegidos
por una fina rejilla. Crank introdujo la mano por el boquete, arrancó el pomo
de la puerta y colocó un disco de termita. Cuando esta hubo acabado su trabajo
atravesó el hueco creado en la persiana, empujó la puerta y lanzó un pequeño emisor
de pulsos hacia el interior del local. Se ajustó las gafas de combate, las
calibró para contrarrestar la cacofonía lumínica y entró rápidamente a una sala
de reducido tamaño que interpretó como la trastienda, abarrotada de paquetes
blancos dispuestos en estanterías. No había nadie ni allí ni en la sala de
espera, ni el recibidor, ni detrás del mostrador.
"Well I could be patient but I won't know
So I jumped the gun and said
So I jumped the gun and said
you're the one that can
bring me home"
Inspeccionó la planta de
arriba, donde se encontraban el quirófano y los despachos, pero no vio nada
extraño. Sin embargo, el pequeño receptor de vibraciones colocado en su
cinturón captó una ligera sacudida proveniente de la misma trastienda. Bajó de
nuevo y desactivó los filtros de las gafas, ya que el emisor había cesado su
actividad. Encendió la linterna acoplada a la carabina en busca de cualquier
cosa fuera de lo normal, pero no encontró nada. Vaciló, toda la rabia que había
ido acumulando desde que la llamada de Clancy lo levantó de su cama hacía dos
horas se le había quedado atragantada en la boca y no tenía forma de escupirla.
Le propinó una violenta patada a una de las estanterías, cuyo contenido cayó al
suelo emitiendo un ruido hueco
"So I´m losing my head, I´m losing my head
I think I´m losing it"
-Pero qué coj…
Golpeó con el tacón la baldosa sobre la que estaba, pero el
ruido que produjo fue sordo. Caminó hacia el lado opuesto de la estantería,
donde había caído el material, y volvió a golpear el suelo. Esta vez volvió a
recibir un sonido hueco.
-Premio
Se agachó y rodeó el
contorno de la baldosa con el dedo, notando la fina rendija que separaba el
suelo de la trampilla disimulada. Desplegó
las cuchillas de un taladrador sobre la entrada camuflada y se colocó la
máscara de humo. El aparato comenzó a
girar sobre el punto donde lo había colocado, bamboleándose peligrosamente y
emitiendo un chirrido ensordecedor al atravesar la ligera placa de metal.
Cuando cayó en la planta inferior y se clavó en el suelo empezó a emitir un
humo oscuro extraordinariamente denso. Ajustó las gafas de nuevo y se lanzó de
cabeza por la estrecha obertura creada, rodando como un gato al aterrizar en el
suelo. Descubrió el calor de tres cuerpos agazapados detrás de un laberinto de
bancos de trabajo. Aquella sala era mucho más grande que las demás y el humo no
conseguiría cubrir toda su amplitud, pero no escuchó ningún disparo.
"Said, I've been missing your touch I didn't get the feel it enough
The blood in my veins is running your way
There is only one thing that I can say"
The blood in my veins is running your way
There is only one thing that I can say"
-¡Quiero la cabeza! ¡Dádmela sin hacer ninguna tontería y
puede que os deje vivir!
Lo único que obtuvo por respuesta fue un rugido inhumano.
Echó una ojeada, pero no vio ninguna señal térmica moverse lo más mínimo. Buscó
alguna cobertura tras la que parapetarse y asomó la cabeza para seguir
controlando a las figuras tras los mostradores.
-¡Dejaos de gritos y dadme la cabeza!
Esta vez lo que le respondió no fue un grito, sino el
impacto de un par de manos enormes contra la espalda. Notó cómo unas uñas
monstruosas se clavaban contra el chaleco táctico y chocó violentamente contra
el suelo a un par de metros de distancia. Tenía algo encima, algo
sorprendentemente fuerte pero de poco peso, y un líquido apestoso le goteó en
el cuello.
Notó el sabor de su propia sangre en los labios mientras
buscaba la funda del cuchillo asegurada en su muslo derecho, pero uno de los
brazos de aquella cosa lo interceptó.
"I
want you, I need you I can't do this without you my love
But I miss you more than I want to"
Aprovechando el reducido peso de su
enemigo giró la cadera y asestó un golpe con la otra mano hacia donde calculó
que estaría la garganta de su oponente. En lugar de ello, la introdujo en una
boca desproporcionada, que se cerró con violencia atrapando su muñeca. Los
frágiles dientes de aquella cosa se quebraron al chocar contra el brazalete de
kevlar y Crank aprovechó el momento para mirar a la cara de aquel ser. No
emitía ninguna señal de calor, era una mancha de oscuridad uniforme ante la
visión térmica de sus gafas. El operativo no dejó pasar la ocasión e introdujo el
brazo aún más en la boca de la criatura, hasta que atrapó su fina lengua. La
bestia pareció comprender lo que venía a continuación y gimió débilmente,
anticipando el indescriptible dolor que le provocó Crank al separar el órgano de su
garganta. El monstruo cayó al suelo emitiendo un torrente de sangre y golpeaba
los mostradores mientras se retorcía con unas largas alas coricáceas, momento que el agente aprovechó para
reajustar su visor, recoger la carabina y vaciar un cargador entero contra
aquel ser.
-Vale, se acabó la diversión. ¡Salid de ahí inmediatamente u
os tiro este antro encima!
Los tres individuos fueron saliendo de sus escondites poco a
poco y se arrodillaron delante de él con las manos en la cabeza. Iban vestidos
con batas blancas y tenían la cara casi igual de pálida, enmarcada por largas
melenas de cabello lacio azabache y unos pequeños colmillos asomando entre los labios.
"You
know I won't treat you bad
I need your love and I want it back"
I need your love and I want it back"
-Bueno, seguro que os lo habéis pasado en grande con todo
este rollo de jugar a los vampiros y lanzar monstruosidades contra agentes de
la ley. La cabeza
"So I´m losing, I´m losing my head
Oh, yeah
I´m losing, I´m losing
I´m losing my..."
Epic! Muy bien escrita. Tengo que releer la 1ª parte, x si me he dejado algo en el tintero. Estos japos y sus katanas...
ResponderEliminarJajajaja a los pobres ninjas no les salen bien las cosas ni en los relatos. El primero puede ayudar un poco, pero no es totalmente necesario. De todas formas intento que se intuyan algunas cosas pero que por lo general no se sepa mucho de los personajes, más allá de lo que dicen o hacen.
EliminarEspero tener lista la tercera parte pronto!
Otro que se la ha terminado! jaja como dice rockie está muy bien escrita, me ha encantado. Por mi parte destacar la buena ambientación que creas, si es cierto que es un relato largo pero no se me ha hecho pesado en ningún momento. Hay muchas cosas que no he entendido muy bien debido a mis escasos conocimientos del trasfondo de infinity, que te pediré que me expliques cuando nos veamos. Espero que leamos mas relatos tuyos Sr.Cid!! (por nuestra parte tendrás muchas partidas para inspirarte jaja)
ResponderEliminarPregunta: Hay continuación para éste?. Un saludo!!
Oh, puedes apostar que sí. A fin de cuentas la trama principal gira de momento en torno a Boskovich y a Héctor. Esto solo es una noche que se va a la mierda por una llamada de teléfono XD
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