-¿Bueno, qué se le
pasa por la cabeza tan sólo dos semanas antes del encuentro decisivo con su
viejo archirrival corregidoreño?
-Mira… te lo voy a
dejar claro. Yo no es que sea un tipo muy listo, ¿sabes? Solo soy capaz de
guardar un par de cosas a la vez en mi maldita mollera. Bebe… Aúlla… Vuelve a
beber… Parte a ese tipo por la mitad… No hay plan de juego, no hay frasecitas
molonas. Pero sí te puedo decir una cosa, cuando el 27 de marzo acabe con ese
saco de mierda, a él tampoco le cabrán demasiadas cosas en la cabeza
-Muchas gracias, señor
McMurrough, sin duda la mitad que de verdad sabe vivir de la esfera humana está
deseando que llegue el combate del siglo en el Aristeia Greatest of all Time,
solo en pago por visión a través de tu canal favorito, Sweat, Blood and Tear
Apart Channel. Señor Massacre, por favor, ¿qué le diría a esos desgraciados que
tratan de piratear un espectáculo tan real y directo?
-Pues me alegra que me
hagan esta pregunta. Si yo se los puedo decir, a mí estos pinches hueones me
caen de cabrones. El Señor Massacre sabe que no todos los aparceros pueden
permitirse pagar esos presios que hacen soñar a mi amigo Warmerc, pero
compadres todos, no pasa nada por gastar en lo que a uno le gana. Ya saben,
queridos amigos, el espectáculo de ver las tripas del pinche peludo solo lo
verán una ves en la vida. Yo no me lo perderé, ¡ustedes tampoco deberían!
-Señor Warmec, ¿puede
usted garantizar que el duelo no se verá influido de ningún modo? Nada más
finalizar el anterior combate Maurice “Mad” Merovinge, que se encontraba en la
esquina del señor McMurrough, acusó públicamente al Señor Massacre de haber
usado un pequeño silbato de alta frecuencia con el que obtuvo ventaja durante la
segunda edición de su trilogía
-Querido amigo, le
puedo asegurar que en el momento de entrar al Octagon, al Señor Massacre no se
le encontró ningún objeto guardado en el interior de su traje
-¿Y qué opina sobre
las grabaciones de numerosos aficionados en las que se intuye cómo el luchador
rebusca dentro de su propia vesícula biliar en busca de algo que después se
lleva a los labios?
-Garantizo que
ningún dispositivo electrónico funcionará dentro del recinto durante el
transcurso del combate ni durante los descansos, en caso de haberlos, y que…
-Ya tendrás tiempo
para descansar cuando me coma tu cerebro, hijo de puta
-Oh, por el amor del
padre, tu mamá sí que se lo comí a tu perra mamá
-¿Cómo? ¡Repite eso!
-No más lo repetiré
dentro de 2 semanas, en el Sembene Arena a las 12 de la noche. Cómprale la
entrada a tu padre, hueón, que a tu madre ya la invita el Señor Massacre
-¡RAAAAARGH!
-Oh, Dios mío,
McMurrough y el Señor Massacre acaban de enzarzarse en una pelea y han cogido
al pobre WarMerc entre medias. ¿Por favor, dónde narices está la seguridad? ¿Por
qué todos los promotores tienen la manía de ponerse entre dos asesinos confesos
cuando están a punto de enfrentarse? Oh, seguro que ese implante era caro,
pobre hombre, hasta me da pe…
Face cerró la pantalla de la conferencia de prensa con un
sonoro bostezo en unos labios gruesos que no eran los suyos, le escocían los
ojos después de 13 horas de guardia seguidas. Observó aquel reflejo ajeno en la
superficie de la pantalla de su Comlog y descubrió que uno de sus iris mostraba
preocupantes fluctuaciones de color, parecía que no se adaptaba bien a la
coloración parda del dependiente de la tienda de tatuajes. Estudió las motas
ambarinas que aparecían y desaparecían en su ojo a cada parpadeo. Con un índice
regordete y surcado de tatuajes se golpeó el globo ocular prostético, sabiendo
de antemano lo inútil que resultaría. Face era un hombre metódico, entusiasta
de la mímica y la psicología. Verónica Falco lo había reclutado de una compañía
teatral no hacía ni dos años, pero el acceso a fondos militares y a prostéticos
casi imposibles de conseguir de otro modo lo había hecho emprender un camino
que pocos entre sus cofrades querían recorrer. Su dermis al completo había sido
reemplazada por una sintética, cuya masa, forma y color podía cambiar a
voluntad. La mayoría de sus órganos habían sido reemplazados por contrapartidas
robóticas miniaturizadas con el fin de sufrir menos trastornos durante cambios
de cuerpo agresivos, algo parecido le pasó a sus huesos. El chip logitizador
instalado en su hipotálamo tamizaba todas sus respuestas y descomponía la
realidad en meros datos para poder estudiarla de una forma más completa. Face
no se reconocía como un ser vivo, se sentía un artista, un alma escindida del
todo, y aceptaba esa condena con sumo gusto. Por eso la observación de un hecho
tan genuinamente humano como golpear un aparato defectuoso lo había dejado
maravillado, sentado como estaba detrás de un mostrador costroso y observando
el rótulo de neón menos atractivo del mundo. TALENTOS brillaba a intervalos
amarillos, rojos y azules a través de los barrotes acristalados y las fotos de
exuberantes cuerpos pintados con cierta habilidad, pero con muy dudoso gusto.
Durante su guardia había estado estudiando todos los diseños que pudo
encontrar, muchos de ellos pintados directamente sobre el cuerpo del individuo
al que estaba suplantando. Obadiah Acarios no era nadie, no tenía números de
teléfono guardados en su memoria, ni direcciones, nada. Un enorme agujero en
blanco que rellenar con puro talento. Echó mano de todos los vídeos guardados
en el circuito cerrado de cámara y lo que no pudo extraer de ahí lo completó
usando sus bancos de memoria sobre perfiles similares. El tipo era un don nadie
con una extraña pasión por la caligrafía y era ignorado por el propietario de
la tienda y los dos artistas en nómina, un lienzo sobre el que un gran actor
podría construir una obra compleja y precisa como un reloj.
-Menos mal que me arreglaron ese anulador de empatía hace
dos semanas . Menuda depresión de vida, mr. Acarios
Se levantó de su puesto y descorrió la cortina de la
trastienda. La figura atada a la silla levantó la cabeza en su dirección por
encima de la moradura que cubría su pómulo izquierdo.
-¿Necesita algo, señor Tezuna? Asienta si es así
El pequeño tatuador no hizo ningún gesto, más allá de
mirarlo con un odio creciente y una respiración profunda, como si fuese un toro
en miniatura listo para cargar. Un pequeño toro samoano con un brazo roto
-¿Tiene alguna nueva información que aportar sobre el señor
Boskovich?- Face esperó unos segundos y continuó con el formulario como cada
hora desde que el pobre Hugo Tezuna entrase de la mano de una mujer sobre las 2
de la mañana
-¿No? Bueno, ¿y sobre el señor Carbonell? Cualquier
información sería bienvenida, ya lo sabe
Nada, Tezuna seguía ahí goteando sangre sobre su propia
camisa de lino a través de una pequeña brecha en la frente que se había hecho
cuando el operativo le retorció el brazo y lo estampó contra el mostrador. Su
acompañante había salido corriendo y Face tuvo que neutralizarla usando una
pistola aturdidora. Ahora se encontraba tumbada en el suelo detrás del artista
detenido
-Quiero que sepa que su actitud no le beneficia lo más
mínimo, y que no solo los brazos se rompen. Espero que pueda descansar, lo
visitaré de nuevo en una hora.
Face corrió la cortina de nuevo y volvió a su puesto detrás
del mostrador. Pocas cosas quedaban por hacer a las 6 de la mañana aparte de
aburrirse mortalmente siendo un dependiente gordo y tatuado dentro de una
tienda de tatuajes cerrada, recostando los 36 años pésimamente llevados del
difunto Obadiah Acarios en un taburete del que le colgaban las piernas.
Ensimismado en su propio drama ficticio recibió la llamada
de la sargento Falco, en código encriptado y con alta prioridad.
-Puesto de observación en el centro de tatuaje Talentos, al
habla Face
-¿Clave?
-Wisdom 6 echo
-Face, vamos para allá. ¿Algo de lo que informar?
-He tomado como prisioneros a Hugo Tezuna, 28 años,
ciudadano de la Nación Nómada residente en esta misma nave, empleado de este
mismo centro como tatuador, y acompañante
-¿Alguna información relevante que aportar?
-Por ahora nada, sargento
-De acuerdo. Llevo a Clancy para allá. Comenzaremos el interrogatorio
en el mismo local de tatuajes
-Pero no está asegurado, Verónica
-Es una orden
-Recibido. Si no necesitas nada más, cortaré la trasmisión
A Face no le dio tiempo a cerrar la pantalla en el Comlog.
Verónica Falco siempre había sido sumariamente expeditiva en todas sus
acciones. Siempre parecía tener un plan más grande preparado, y que todo aquel
con el que interactuase le era útil en tanto y cuanto pudiese obtener algún
beneficio de él. Al operativo encarnado en forma de un gordo dependiente tatuado
de 36 años le encantaba guionizar las vidas privadas de aquellos compañeros tan
extraños. En sus ficciones la sargento corregidoreña desempeñaba un papel mucho
más pasivo al lado de un delicado diseñador de perfumes, en una de aquellas
casas doradas del sector arábigo, probablemente tratando quedarse embarazada
sin éxito a pesar de los violentos intentos que llevaba a cabo sobre el banco
de trabajo de su marido con el feroz marchante de antigüedades que vivía dos
calles más abajo. Ahhh, las vidas eran más divertidas cuando él se encargaba de
vivirlas por sus actores.
Inmersos en tales fantasías, los ojos de Face se posaron
mansamente sobre las motas de polvo que, desahuciadas de sus escondites tras el
intenso escrutinio al que Nadalee y Crank habían sometido aquel lugar, flotaban
inertes dejando que el azar las guiase a un nuevo destino. Mientras los
fotorreceptores del operativo registraban la información redundante de los vuelos ingrávidos, su chip logitizador empezó a
descomprimir archivos y más archivos almacenados al azar en su memoria. Este
método de escrutinio azaroso había permitido a Face revisitar escenas pasadas y establecer puentes de
causalidad entre situaciones aparentemente independientes. El vuelo de datos,
separados y clasificados en olores, sabores, imágenes, sonidos, fluía
atropelladamente por su cerebro, agolpándose y estirándose como una corriente
salvaje. Un reguero de información susurrante, dirigida hacia el embudo que
formaba su unidad escrutadora, que introducía sus propias redes de lógica donde
los datos que pudiesen guardar un mínimo grado de similitud con la palabra
matriz quedaban atrapados. Toda la información sobrante era entonces redirigida
hacia la corriente de memoria, mezclándose y combinándose en formas totalmente
aleatorias para volver a pasar de nuevo una y otra vez por el filtro que había definido antes de liberar
todo el caudal de registros
"Verónica" la palabra matriz brillaba, separándose
en hebras de pura luz blanca, que formaban una red preparada para captar solo
aquellos recuerdos que tuviesen que ver con aquellas 8 letras. El nombre de un
carguero Panoceánico, olor a cuero, el sonido de un seguro al liberarse,
sensación de prisa, sensación de seguridad, otra vez sensación de seguridad,
olor a pólvora... no, olor a cordita, olor a Paradiso, olor a la planta
Bealaria sobre un balcón de Ravensbrucke. Face, suspendido encima de todo aquel
remolino de datos, percibió cómo la red
iba modificándose según nuevos datos cada vez más relacionados entre sí
formaban una pequeña aglomeración en uno de los puntos de la red. La imagen
metafísica del nombre Verónica comenzaba a deformarse en el final de su última
letra. Aquella A comenzaba a desdibujarse, una cadena formada por gruesos eslabones surgía de ella,
de un punto situado en el 2 de enero del año pasado. No podía ser, aquella
fecha comenzó a atraer aún más recuerdos de Ravensbrucke. El caudal empezó a
descontrolarse, la pequeña red de Verónica se había hinchado y deformado, dando
lugar a nuevos conceptos relacionados. Verónica ya no era Verónica, ahora era
Verónica el 2 de enero en Ravensbrucke, era la primera misión de Face como
coordinador en jefe de la operación, era esa cadena de gruesos eslabones que
acababa... Acababa, sin duda, ¿pero acababa hoy? ¿Por qué estaba hecha de
lecturas cardíacas? Todas eran extrañamente uniformes. Pero, si eran registros
de combate, ¿no deberían presentar picos de contacto con el enemigo? ¿Por qué
esas lecturas solo pertenecían a Verónica? Al final de la cadena se formó otro
pequeño cúmulo, la palabra había atraído recuerdos aparentemente inconexos,
había atraído humo azul y amargo, había atraído risas roncas, había atraído
maldiciones, había atraído sangre y, de repente, se rompió. Toda la cadena
lógica se había colapsado cuando la mente de Face trató de tocarla. Verónica,
la cadena, Ravensbrucke, solo, las 4 palabras habían quedado
irreconciliablemente unidas en un solo punto, que estalló antes incluso de que
los augmentados procesos lógicos del operativo pudieran acercarse a ella. Tenía
algo, tenía algo gordo
Ese fue el pensamiento de Face cuando recuperó la conciencia
y se encontró sangrando, atado a una silla de largas patas. Era una silla de
trabajo, la había visto en una infinidad de laboratorios. La conciencia de su
propia sangre brotó de su sien derecha, menos mal que las señales de dolor
estaban siendo archivadas rápidamente por el...
-¡Aaaah!
El golpe de dolor llegó en cuanto su mente le dio vida. El
maldito chip logitizador había estado almacenando la información que captaban
sus sentidos sin alertarlo de que había sido reducido. Se habría olvidado de
desactivar el modo silencio. Maldita sea, maldito estúpido. Ya pensaría en ello
luego. Abrió el archivo de los últimos minutos, vio una cara de hombre cabra
delante de él, un violento cabezazo, sensación de sentirse arrastrado, una
puerta que se abría, que no emitía ruido, pero que dejaba libre un aire
enrarecido y con olor a etanol. Se sintió bajar, el cambio de presión,
ligerísimo, el cambio de temperatura, una temperatura artificial, 25 grados,
temperatura de laboratorio. Vio otra vez el rostro de la cabra, acompañado de
otra cara, la de un hombre viejo, de pelo largo y nevado, gafas enormes. ¿Quién
demonios necesitaba gafas en aquellos tiempos? Vio la cara de experto valorar
la herida, pero también vio el brillo en los ojos de aquel hombre cuando los
puso sobre la extraviada mirada del operativo. Vio una comprensión completa de
toda la situación. Doctor, lo había dicho la cabra. Una cabra gigante,
humanoide a juzgar por la forma en que lo había arrastrado, ató cabos
rápidamente. Un experto en biomecánica, ingeniería genética también, muy probablemente,
olió el aliento de aquel ser monstruoso
-Jesaja, querido
-Sí, doctor
Face logró recuperar el control de sus ojos y por fin pudo
ver más allá del punto indeterminado en la oscuridad que se hallaba ahora
delante de él. Notó la fuerza de los halógenos caer concentrada sobre si mismo.
No podía ver mucho más allá, se encontraba deslumbrado, pero entrevió un
pequeño laboratorio abarrotado de probetas, de aparatos zumbantes parecidos a
cubetas de cría a rebosar de un líquido burbujeante. ¿Podría ser?
-Parece que nuestro amigo ha salido del laberinto, querido,
ofrécele un poco de agua
-Sí, doctor
-Muchas gracias, doctor Boskovich
-De nada, hijo. Parece que ese chip logitizador funciona
bien, ¿verdad?
Face percibió el olor del monstruo, que portaba en unas
enormes manos dos copas de cristal finísimo y una jarra de agua helada. Observó
el temblor del sabio anciano mientras agarraba la copa y se la llevaba a los
labios. Observó la ¿preocupación? en un rostro de cabra. Saboreó, inconfundible,
aquel agua aséptica resbalando por su garganta.
-Gracias
-No hay de qué, muchacho. Fantástica capacidad de
mimetización. Has copiado al pobre, Obadiah a la perfección.
-Gracias de nuevo, doctor
-Deduzco que has renunciado a gran cantidad de tu cuerpo
original para llegar a tal nivel
-Deduce usted bien
-Jesaja, querido, prepara un emplaste para esa herida. Creo
que te has pasado un poco liberando ese entusiasmo tuyo
-Sí, doctor. Jesaja es malo. Jesaja lo arrepiente. Jesaja
pide perdón
-Estoy orgulloso de ti, amigo mío
Face asintió levemente con la cabeza mientras el doctor
colocaba aquel apósito repleto de pequeñas nanomáquinas sobre la herida abierta
en su cabeza y la bestia se colocaba en un rincón de la habitación, fuera de
los focos. Aunque por el olor dedujo que debería ser su lugar en aquel
laboratorio
-Bueno, querido, creo que lo más cortés sería dar alguna
explicación
-Doctor Boskovich, siento decirlo, está usted detenido por
crímenes contra la nación Nómada
El doctor dejó caer unos párpados enormes y arrugados mientras
exhalaba un entrecortado suspiro.
-Ah… deseé que esto no llegase a pasar nunca. Lo deseé tan
profundamente…
Desde el fondo de la sala, la fenomenal bestia llamada
Jesaja bufó sumida en la oscuridad. Face no reaccionó. Había algo en aquel
viejo ser, vestido con una impecable bata blanca. Terriblemente encorvado a
pesar de que parecía haber sido muy alto, las manos finas y temblorosas
acariciando su cuadrado mentón, perfectamente rasurado. Un aparato, de audición
muy probablemente, detrás de una oreja grande. En la esfera era difícil
precisar la edad de cualquier individuo, ya fuese simplemente por la distinta
presión gravitacional de los diferentes planetas, o de sus condiciones
climáticas, o… Pero el doctor parecía extrañamente reacio a aceptar cualquier
modificación sobre su propio ser, aunque
la presencia de su antropomórfico guardián lo distinguía de todos aquellos
fanáticos integristas.
-Verás, querido. Sé que la justicia de los hombres rueda a
una velocidad diferente a la de la ciencia. No espero que ningún hombre
corriente lo entienda, aunque creo que tú estás más capacitado para acercarte
al conocimiento de lo que quiero expresar. Soy un hombre iluminado, hijo,
iluminado, a mi pesar.
-Cuénteme más, doctor. Los hombres inferiores odian a los grandes
cuando no alcanzan a oír sus pensamientos
El doctor atrajo hacia sí otro taburete, no sin esfuerzo. Se
encaramó a la estructura metálica y miró directamente a los ojos de Face. Una
mirada insegura, temerosa, pero a la vez insuflada en un sentimiento de
absoluta falta de culpa.
-Bueno, por donde empezar... Coincidirás conmigo en que muy
pocos momentos en la historia han visto tales prodigios como los que vemos hoy
en día. Diría que solo hubo dos en toda nuestra existencia que se puedan
comparar al presente
El doctor bebió otro trago de su copa de cristal. Observó el
grabado en la base de cristal un segundo y lo recorrió con el dedo mientras
tomaba aire para continuar con su discurso
-Los griegos, hijo mío. Los griegos crearon al hombre. Lo
desnudaron ante un mundo hostil, bello, ajeno. Le entregaron el miedo como
anhelo de vida y lo lanzaron a una carrera en la que era al mismo tiempo
cazador y presa
El operativo seguía observando atentamente al viejo sabio
mientras su cerebro activaba un pequeño emisor de señales de socorro
-Entiendo.
-Formularon el mundo, querido, crearon el sujeto y el método
casi al mismo tiempo, sembraron los límites de lo humano. Unos límites que no
fueron sino cargados sobre las espaldas de los hombres posteriores, casi como
si fuesen el viejo Atlas, irguiéndose unos centímetros más con cada nuevo intento a costa de
indecibles sacrificios. Tardaron casi 2000 años en liberarse de esa carga
-¿Cómo?
-La máquina herramienta, ¿qué si no? El escudo y la espada
de ese hombre desnudo. Ahí seguía, totalmente desnudo, expuesto, pero cada vez
armado con armas más grandes. Fábricas, molinos, telares, trenes. Todo reflejo
de un ansia de poder, basta, desmadejada, pero implacable en su miedo, y en su
consiguiente furia
-Tenemos un hombre, pues, armado
-Claro, querido. ¿Y qué haría un hombre desnudo, asustado y
armado?
-¿Emprender una conquista? Huir hacia delante de su propio
miedo
El doctor sonrió cansado. Su sonrisa torcida enfrentada a
las lágrimas que asomaban por sus ojos. Unas lágrimas que a Face le parecieron
las de un sabio consciente de su propia impotencia
-Sí, conquistamos aquello que nos había esquivado desde que
abrimos los ojos por primera vez. Conquistamos el cielo y las estrellas
-Pero seguíamos desnudos
-En efecto
-¿Y entonces? ¿Qué hace a este momento comparable a esas dos
épocas anteriores?
-Que hemos decidido vestirnos. Pero nos están tejiendo una
mortaja
-¿Qué?
-No preguntes qué. Pregunta quién
El doctor, parsimoniosamente, fue desabotonando su blanca
bata. Agarró el cuello de su avejentada camisa y repitió la operación, casi más
lentamente, revelando un símbolo tatuado en su apergaminada piel. Un símbolo
desdibujado por el paso del tiempo, no más grande que un puño, pero aun así rápidamente reconocible.
À
-Aleph…
'' Una mirada insegura, temerosa, pero a la vez insuflada en un sentimiento de absoluta falta de culpa'',''pero aun así rápidamente reconocible...''
ResponderEliminarAleph... Esos son los de Aquiles, Patroclo y tal, no? Esos me gustan. Buena pieza, algo complicada de seguir, pero muy bien redactada.sigue así. Solo hay una duda, si te refieres a conciencia o conSciencia...
ResponderEliminarAaaah... Maldita esa s bailarina. Muy bien, sí señor, se nota que te lo has leído XD
ResponderEliminarY toda buena historia de Nómadas tiene que pasar por Aleph, claro está
Muchas gracias por el esfuerzo a los dos, os lo agradezco mucho ;)