“Hemos venido a por vosotros”
“Sabemos lo que es, lo sabemos” pensó Antikanus, quien
mantenía su sopor como podía sentado en el interior del transporte. Alzando los
ojos observa al resto de sus compañeros nostramanos. Todos ellos orgullosos de
portar más y más trofeos con los cuales infundir miedo en el corazón de sus
enemigos.
“Ése es el secreto, sembrar el miedo y verlo crecer” recordó
Antikanus las palabras de su primarca y también los viejos tiempos de gloria y sangre, gloria y
sangre, cadáveres, mentiras, amenazas, traiciones….Si, ése cadáver putrefacto
nos había traicionado a todos. Pero lo pagará. Él y sus sucios perros imperiales.
El jefe de escuadra se levantó de un salto y cogió una lanza
ricamente elaborada, que dormitaba entre sus pies, arrancada a uno de esos
hechiceros eldar, a quienes habían tenido que echar de ése planeta hacía 2 semanas. Estúpidos entrometidos…
Ahora los lacayos del emperador habían aterrizado y
construido su campamento para abastecerse y atacar sin descanso a los marines
traidores. La misión de Antikanus consistía en infiltrarse en un puesto
avanzado y en hacer correr el miedo. El amo de la noche recapituló: Lo primero:
destruir el nido de artillería. Lo segundo: pinchar el sistema de
comunicaciones para que observen nuestro trabajo, luego los matamos a todos,
capturamos algunos esclavos y saqueamos este deprimente puesto avanzado.
El jefe de escuadra no pronunció palabra alguna mientras el
rhino soportaba un envite de un bache y acto seguido se detenía. La rampa chirrió
y la legión de los Amos de la Noche desembarcó en el suelo selvático del lugar.
Antikanus se lanzó corriendo con su escuadra para cubrirse y evitar así ser
descubierto. Desde su posición tenían dos nidos de artillería de la guardia
imperial, los cuales se encontraban descansando. El marine espacial se asomó
detrás de una roca para verlos mejor.
Eran cuatro hombres:
dos de ellos estaban fumando algo aromático se reían y se lo pasaban entre
todos. Otro más se encontraba comiendo y el más alejado pendiente del sistema
de comunicaciones. Antikanus sonrió. Tlheos, el portador de la lanza, señaló a
su escuadra el objetivo. Los veteranos amos de la noche no se hicieron esperar.
Fue todo muy sencillo y mecánico para Antikanus. Tan
sencillo como hacerlo siempre igual, una rutina. Ellos estaban despistados y
sus disparos láser eran como caricias en su servoarmadura, tras pocos disparos
neutralizaron a los guardias.
Jejejejejejejeje
ResponderEliminarMuaaaajajajajaja, los Amos de la Noche al ataque. Cómo se nota que las novelas de Aaron Dembski-Bowden han calado fuerte, y aunque tú los coleccionabas antes de la publicación de éstas, seguro que han despertado en ti ese gusanillo de escribir algo sobre ellos. ¿Me equivoco?
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