martes, 10 de febrero de 2015

Tras la tempestad...

¡Make al habla!

Tras bastantes meses sin escribir nada serio para el blog, aquí vuelvo para dejar una opinión acerca del estado actual de Warhammer 40k y de todos los acontecimientos de estos meses en los cuales, por diversas razones, he dejado de lado casi por completo el juego. Aunque me quejaré de una serie de cosas, este artículo desembocará en una visión positiva y motivadora. De hecho es ese mismo brillo al final del túnel lo que me ha impulsado a volver a la carga. Sin más dilación, vayamos al lío.

Warhammer 40k, como la mayoría de wargames, no ha estado nunca equilibrado. En todas las ediciones hemos encontrado tropas o Codex enteros que, o bien por un testeo insuficiente o por intenciones comerciales, han estado muy por encima del resto. Es decir, las quejas sobre el desequilibrio del juego existen desde que empecé a dar mis primeros pasos en el año 2002 con la tercera edición. Sin embargo, con la llegada de la sexta edición y mi regreso al hobby tras una pausa por tema de estudios, empezó a haber una descompensación diferente. Esta vez venía marcada por el gran cambio de reglas que supuso la edición y la cantidad de tropas y opciones que no estaban correctamente adaptadas a las nuevas posibilidades del juego. Por ello, Games Workshop llevó a cabo una política de actualización de Codex y FAQs bastante rápida (y no del todo mal lograda en el caso de las segundas) que permitió tener un juego que, aunque con ejércitos sin actualizar y unidades descompensadas, parecía que iba a ser jugable.

Las buenas noticias parecían llegar con los Codex Marines Espaciales del Caos y Ángeles Oscuros. Ambos tenían grandes problemas: falta de personalización del primero y demasiadas ataduras por la necesidad de incluir personajes especiales del segundo, y abundancia de unidades demasiado tropicales (bueno, inútiles sería mejor) en ambos. En ese momento muchos vaticinamos un futuro juego en el que cada Codex que fuera a salir no iba a estar un escalón por encima de los anteriores y en el que por fin iba a haber cierto equilibrio, a pesar de las lagunas. El Codex Demonios no desanimó la escena demasiado. Aunque es uno de los libros más duros a día de hoy, en un primer momento no parecía tan roto, y más cuando no habían aparecido los combos que más adelante fueron apareciendo, y teniendo en cuenta que veníamos de enfrentarnos a demonios casi imbatibles gracias al panfleto que potenciaba a los entonces renovados aulladores e incineradores.


Sin embargo, aparecieron los Eldar y los Tau. Y bueno, ya sabemos cómo se fue todo al garete. No voy a hablar sobre lo que supusieron porque ya todos lo sabéis. A continuación vinieron los Tiránidos, con los que se retornó a la senda de renovaciones “light” (ahora menos debido a otro panfleto de esos que acostumbran a sacar, aunque en este caso no haya sido nada demasiado drástico), y después otros tantos ejércitos que se han mantenido sobre la línea de los primeros de sexta. Las únicas excepciones podrían ser los Lobos Espaciales y Marines Espaciales (pero sin ser enloquecedores), y los Caballeros Imperiales (¿qué esperabais?). En mis últimos torneos fuera del entorno del Gordo Xenos sólo veía Eldars y Tau que quedaban entre los primeros puestos con listas idénticas, explotando esas unidades tan súmamente rotas, a pesar de estar limitados con CAPs o con la imposibilidad de aliar. El sueño del equilibrio a través de ejércitos parejos se difuminó, y por mucho que ahora se hayan dejado de redactarse Codex poderosísimos, mientras hayan elfos y mechas puestos hasta arriba de winstrol pululando por las mesas las opciones son muy limitadas.

En medio de este torbellino, los jugadores comenzamos a darnos cuenta de que las cosas no se estaban haciendo correctamente. Hay quien tomó cartas en el asunto y consiguió ajustar en cierto modo el juego con medidas como los CAPs, misiones alternativas más justas, o incluso la creación de un reglamento desde cero. Yo siempre he sido un gran defensor de estas medidas, pero la no oficialidad de éstas y el hecho de que no consiguiesen el éxito rotundo que la gente esperaba hicieron que fuesen poco a poco quedando en el olvido. Es en este punto cuando me planteé por primera vez dejar el juego durante un tiempo. Me consta que muchos jugadores se vieron envueltos en una situación de desorientación como nunca antes se había dado, en la que nadie conseguía dar con la tecla de cómo volver a hacer que el juego fuese entretenido, y en la que los propios creadores de las reglas no hacían más que meter la pata. Los debates en internet se multiplicaron y empezaron a sucederse fuertes divisiones entre los defensores de unas medidas u otras.

Los resultados económicos de Games Workshop reflejaban que su política no estaba haciendo ningún bien al juego. Supongo que al ver que estaban perdiendo clientela decidieron dar un paso adelante, poner orden en el gallinero y volver a la senda ganadora. Es ahí donde entra la séptima edición y las misiones Vórtice. Todos sabemos en qué consisten estas últimas, así es que no voy a explicarlas. La séptima edición ha sido un intento de arreglar todos los desbarajustes que había en el juego (de ahí la premura con la que salió). La gente estaba ahogada con las injustas misiones de sexta que favorecían a esos ejércitos tan desbalanceados. Como la opción de “faquear” a lo bestia o la de volver a redactar el Codex no eran factibles, decidieron crear nuevas misiones y alterar ciertos puntos del reglamento (no demasiados) que consiguiesen dicho objetivo. Para ello se planearon unas misiones basadas en obtener puntos a partir de las cartas que te van saliendo. De esta manera, con fortuna y cabeza, cualquiera puede ganar a cualquier lista. Así una lista mala puede plantar cara a una afilada, y un jugador no demasiado competente puede ganar a uno experimentado.

Rebicí con los brazos abiertos este nuevo formato. Las partidas eran divertidas, la dinámica diferente, y aparentemente se balanceaban los enfrentamientos. Durante el primer mes fui un defensor a ultranza de este tipo de misiones, pero el testeo fue erosionando mi felicad partida a partida. Situaciones surrealistas causadas por objetivos inalcanzables, partidas contra un mismo rival con resultados totalmente diferentes debido a la suerte con las cartas robadas, la imposibilidad de proyectar una táctica de cara a los turnos posteriores,... Y para colmo, todo se vuelve a descompensar con la aparición de deathstars móviles y el abuso de pequeñas escuadras móviles para capturar. El resultado es que el juego sigue estando roto, y debido a la aleatoriedad de los resultados, si tienes un plan o una táctica, dependes de que las cartas sean benévolas... ¡como si no fuese suficiente con los dados, poderes psíquicos y rasgos del señor de la guerra!


He aquí donde lo dejé durante varios meses. No paré de informarme al respecto de las novedades y el metajuego, pero empecé a conocer otro juego (bendito Infinity, jajajaja) y no he sentido el más mínimo deseo de volver hasta hace poco tiempo. Fue duro ver cómo el juego que tan grandes momentos me había hecho pasar durante tantos y tantos años se había derrumbado por unas reglas confusas, una extremada aletoriedad, un metajuego intratable, casi ningún acuerdo entre los grupos de jugadores, y unos Codex muy alejados del trasfondo. Todas las medidas llevadas a cabo no han conseguido nada, y mis esperanzas tocaron fondo, más si cabe al ver que muchos de mis compañeros de juego compartían mi punto de vista y abandonaban el juego. En conclusión, me limité a jugar en partidas grandes con mis amigos y en el último torneo del Gordo Xenos (donde, dicho sea de paso, me lo pasé en grande).

Y ahora dejemos de llorar. Es hora de dar las buenas noticias. Hace relativamente poco tiempo jugué una macropartida en plan colegueo, y para tan extraordinario evento decidimos no jugar misiones Vórtice y jugar a una versión más parecida a las misiones de Guerra Eterna. En dicha partida no hubo ningún ejército excesivamente roto (eran Marines del Caos, Tiránidos, Ángeles Oscuros, Astra Militarum y Lobos Espaciales, con la inclusión de unidades de Forge World), y aunque por culpa de la ambigüedad de muchas reglas y las enormes lagunas del reglamento se sucedieron situaciones desmoralizantes, vi bastante equidad y volví a poder proyectar un plan para los turnos posteriores, como podía hacer antes de la séptima edición. Me gustó volver a ver mis miniaturas sobre la mesa y comprobar que puedo competir sin dar vueltas por los objetivos como pollo sin cabeza.

Desde entonces no he parado de darle vueltas a la situación actual y al porvenir, a ponerme al día en lo que respecta al metajuego, a echar un vistazo a casi todos los Codex con vigencia y a teorizar al respecto. He llegado a una serie de conclusiones positivas en base a que por lógica los próximos Codex que saldrán van a ser aquellos tres consecutivos que tan roto quedaron o los dos anteriores a estos. Son todo suposiciones y teorías, quizás sólo un deseo, pero lo suficientemente motivante como para querer expresarlo en el blog. Sin embargo, ya he escrito demasiado por esta vez, y tendréis que esperar para leerlas en mi próxima entrada. Prometo que la tendréis en breves.

Y mientras tanto... ¡que arda la galaxia! XD

4 comentarios:

  1. Uy, si, la galaxia va ardiendo, de eso no te preocupes.

    Sin ánimo de querer generar polémica, mi querido Make, no dices nada nuevo. Esto es repetir lo mismo que ya se debatió hace tiempo.

    Por otro lado, me parece bien que se haga un recordatorio del ambiente general, y esperemos que las perspectivas que enfocas sean las acertadas para un futuro cercano

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    1. Es la antesala a mi siguiente entrada. Además, quería justificar mi ausencia y mi desmotivación con el hobby, y qué mejor manera que mediante un resumen de los últimos acontecimientos y mi opinión personal acerca de ellos.

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    2. Bienvenido de vuelta make. Han cambiado varias cosas, entre ellas, he aparcado los marines y la guardia un tiempo para darle caña a los orkos. A ver que tal contra ti, ya que aun no he comseguido vencerte

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    3. Pronto nos veremos la cara sobre los tableros. A ver a qué saben esos orkos (espero que no se me atraganten y sean ellos los que me pateen el trasero... XD).

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